Deshidratando alimentos desde la antigüedad
La deshidratación es un método de conservación de alimentos que se usa desde la antigüedad. Consiste en extraer el agua por evaporación de dichos alimentos, y tradicionalmente se ha llevado a cabo de forma natural mediante el sol y el viento. De esta manera se consigue inhibir principalmente la proliferación de microorganismos como bacterias, levaduras y hongos. El agua suele representar entre un 60% y un 90% de la composición de la mayoría de alimentos, proceder a la eliminación de la mayor parte de este porcentaje por medios naturales es un proceso cuyo elemento principal es el tiempo. Generalmente, se procedía al secado de los alimentos para tener disponibilidad de ellos durante todo el año sin necesidad de estar sujetos a la estacionalidad de la temporada.
Desde la antigüedad hasta nuestros días, este proceso de secado de alimentos ha evolucionado notablemente. Sobre todo, buscando acelerar el proceso con el uso de hornos especiales para ello. Este proceso de conservación puede aplicarse a infinidad de productos y tiene ventajas sobre otros métodos de conservación, como la congelación, el enlatado, la salmuera o las salazones, sobre todo a la hora de conservar la mayor parte de las propiedades de sus nutrientes. En este sentido, podría decirse que la deshidratación es uno de los métodos más saludables para conservar alimentos.
La infinidad de ventajas de la deshidratación de los alimentos
Las ventajas de la deshidratación de alimentos son muchas. Además de conservar casi todas las propiedades nutricionales de los productos, la deshidratación permite que permanezcan en buen estado durante meses o años. Mayor será el tiempo de conservación cuanta menos agua retengan. De esta manera, alimentos completamente deshidratados son capaces de conservarse durante años en un envase cerrado.
Al quitarles el agua algunos alimentos se concentran y adquieren un sabor mucho más intenso, que no se altera, como puede suceder con otros métodos como la salmuera o la salazón que cambian el sabor original del producto. Además, ocupan mucho menos espacio, lo que es una ventaja a la hora de transportar, almacenar o manipular estos alimentos. Tradicionalmente es un método ideal para conservar excedentes de cosechas o productos de temporada.
Otra ventaja es que los alimentos deshidratados son saludables e ideales para picar entre horas. Además, la cocina actual, moderna, que innova y experimenta, ha encontrado nuevas formas y texturas al deshidratar alimentos poco comunes, con lo que el universo de sabores se expande.
Alimentos de toda la vida y nuevas incorporaciones
El proceso de secado o deshidratación en los alimentos es muy frecuente en todos los mercados, sobre todo entre determinados productos. Entre las frutas, lo más común es ver uvas o ciruelas pasas, y en verduras es normal ver ajos, cebollas, pimientos, tomates, o setas comestibles, entre otras. El universo de la deshidratación en las carnes también es amplio, como se puede observar en jamones, cecinas y embutidos diversos, o el de los pescados, como por ejemplo la mojama de atún. Pero la estrella del secado industrial de alimentos quizás se la llevan los cereales: grandes deshidratadores de grano secan a diario toneladas de trigo, maíz, soja, arroz, girasol, cebada, avena, y un largo etcétera.
La deshidratación industrial de alimentos está plenamente presente en nuestra dieta y en nuestros hábitos alimenticios y desde hace algunos años, se han incorporado al mercado deshidratadores caseros que han disparado la imaginación de los fans de los chips de frutas. Hoy en día es fácil deshidratar prácticamente cualquier cosa de forma rápida, segura y efectiva en nuestra propia casa, gracias a estos prácticos electrodomésticos. El límite lo pone la imaginación.