Tal y como ya adelantó Ambientum.com el pasado mes de abril, la empresa petrolífera hispano-argentina Repsol YPF solicitó al Gobierno de Perú construir 454 km de líneas sísmicas y 152 helipuertos como parte de su actividad en busca de petróleo en la selva amazónica peruana.
La mayor parte de la reserva, un área conocida como “Lote 110”, había sido abierta a la exploración por la petrolera brasileña Petrobras.
La reserva está habitada por algunos de los últimos indígenas no contactados del mundo: un pueblo conocido como los murunahua (o chitonahua). Se estima que el 50% de ellos murió cuando algunos murunahua fueron contactados por primera vez a mediados de los años noventa.
Sin embargo, Perupetro también anunció que pretende abrir 25 nuevos “lotes” para la exploración de gas y petróleo que abarcarían un total de 10 millones de hectáreas, la mayoría de ellas ubicadas en la Amazonia. Este plan fue inmediatamente criticado por la organización nacional de indígenas amazónicos, AIDESEP, que lo ha calificado como una “nueva provocación” y un “nuevo atentado” para la población indígena de Perú.
Fuentes internas a Survival International han declarado que “es una buena noticia que se haya prohibido el acceso de las empresas de hidrocarburos a la Reserva Murunahua, porque lo contrario hubiera sido extremadamente peligroso para los pueblos indígenas y las empresas no habrían tenido su consentimiento para operar allí. Ahora Perupetro debe extender este precedente a otras zonas de Perú: no debe permitir a las empresas trabajar en ningún lugar donde no tengan el consentimiento de la población local, sean indígenas aislados o no".