La presencia de ganado asilvestrado en los parques argentinos de Ischigualasto y Talampaya – incluidos en el año 2000 como sitio natural dentro de la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO – conlleva daños a los cactus columnares, plantas que pueden alcanzar hasta 8 metros de altura y que otorgan a dichos parques naturales su particular apariencia. A esta conclusión llegaron investigadores del Grupo de Ecología y Gestión de Ecosistemas Terrestres del Departamento de Ecología de la UAM, en colaboración con investigadores de la Universidad Nacional de San Juan (Argentina), el Instituto Argentino de Investigaciones de las Zonas Áridas y la Universidad de Zúrich, tras evaluar el rol de los grandes herbívoros en los daños que presentan los cactus columnares en estas zonas protegidas.

Los investigadores evaluaron los daños que presentaban los cactus en diferentes poblaciones, midiendo la ubicación, el número y volumen de los daños en la corteza de cada planta. El análisis de estos datos permitió comprobar que el nivel de daños es variable entre zonas, llegando a ser muy considerable en algunas (más de 5 litros de volumen por planta), y que son producidos por una o varias especies de grandes herbívoros. Una evaluación en paralelo de la abundancia de herbívoros silvestres (guanacos: Lama guanicoe), y de burros y vacas en cada zona, permitió comprobar que los daños se asocian con la presencia de las especies domésticas, y no con los guanacos. Otros indicios apuntan a que los burros asilvestrados son los principales responsables de estos daños.

En el trabajo publicado en Journal of Arid Environments, los investigadores analizaron la relación entre los daños que sufre cada planta y su producción de flores y frutos, así como el tamaño de estos últimos. Con estos datos se comprobó que los cardones a los que los herbívoros arrancan una mayor cantidad de corteza disminuyen la intensidad de su floración, de modo que en las poblaciones más dañadas se reduce en un 12-15% la producción de flores. Este efecto se traslada posteriormente al número de frutos por planta, que disminuye en un 6-8% en las poblaciones más afectadas. Dado que el tamaño de los frutos producidos por los cactus no cambia, la producción de semillas se ve reducida de modo similar a la de frutos.

En suma, la presencia de ganado asilvestrado en el área protegida conlleva daños a los cactus columnares, y estos daños reducen el potencial reproductivo de estas plantas. Aunque el paso desde la producción de semillas hasta el crecimiento de nuevos cactus es un proceso complejo y de difícil predicción, los resultados alertan del potencial riesgo que supone la existencia de ganado asilvestrado para el mantenimiento a largo plazo de los cactus de este particular paisaje.

Los investigadores señalan que debería controlarse tanto la existencia de ganado asilvestrado en las áreas desérticas protegidas como el estado de los cactus, en especial allá donde persisten poblaciones extremas de estos últimos. Y que dichas tareas de seguimiento y control deberían, además, acompañarse de la concienciación de los habitantes locales para frenar la llegada de nuevos animales desde la periferia de las áreas protegidas.



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