Con motivo del Día Mundial de los Océanos que se celebra hoy, Oceana advierte de que ante la pasividad de los legisladores, miles de hectáreas de bosques marinos desaparecen cada año, especialmente en el sur de Europa.

Así, la organización alarma sobre el rápido retroceso que sufren los bosques submarinos europeos por el cambio climático y las actividades humanas irresponsables e insiste en que cada año se pierden miles de hectáreas de estos ecosistemas, una destrucción que "pasa inadvertida" y que "perjudica a cientos de especies".

En este contexto, precisa que algunas de las causas que han llevado a la mayoría de los ecosistemas vegetales marinos a un "drástico" declive en las últimas décadas son el cambio climático, la contaminación, el fondeo de embarcaciones, el uso de técnicas destructivas de pesca, la sobrexplotación de recursos marinos, las especies invasoras o la construcción costera.

Respecto a la productividad de estos bosques submarinos, Oceana destaca que una hectárea de macroalgas o fanerógamas marinas pueden llegar a producir más de 18.000 euros anuales de beneficios económicos, ocho veces más que un bosque tropical.

En este sentido, el director de Investigación de Oceana Europa, Ricardo Aguilar, ha manifestado que si la pérdida de masa forestal submarina se estuviera produciendo al mismo nivel en tierra firme "sería un escándalo y formaría parte prioritaria de todas las agendas y debates políticos".

"Prados de fanerógamas, bosques de quelpos, mantos de fucales, fondos de coralígeno o lechos de rodolitos son tan importantes o más que los robledales, encinares, dehesas, abedulares, pinares o hayedos que cubren la piel de Europa, pero la mayoría de ciudadanos ni siquiera sabe de su existencia", ha lamentado.

Además, ha subrayado que son los países del sur de Europa los que sufren un riesgo "más severo" de perder sus bosques submarinos, ya que muchas de las especies más importantes se encuentran aquí en su límite meridional de distribución y cualquier cambio en su medio puede ser devastador.

Estos ecosistemas, según Oceana, son una "defensa colosal contra la erosión costera", un problema que le cuesta a Europa cerca de 90.000 euros al año, mientras que la UE "apenas gasta en protección de estos hábitat" pese a que se sabe que por cada euro invertido en conservación marina y costera se produce, como mínimo entre 10 y 15 euros de beneficio. Al mismo tiempo, recuerda que los ecosistemas marinos le aportan a Europa unos beneficios netos de más de 20.000 millones de euros.

"Todos nos hemos convertido en incendiarios de los bosques submarinos, pero son los políticos los que entregan el fósforo al pirómano y miran para otro lado cuando se empiezan a ver las llamas", añade Aguilar, para quien es "urgente" que la UE ponga en marcha un plan para "frenar la deforestación marina" y que los Gobiernos incluyan estos hábitat entre sus prioridades de conservación.

El valor de lo que se está perdiendo

En este ámbito, la ONG expone que a lo largo de Europa se han ido produciendo mortandades, como la de los quelpos del Golfo de Vizcaya, las Cystoseira del Mediterráneo o los prados de Zostera del Atlántico, pero "nadie ha levantado la voz". "Todo ha ocurrido en silencio y fuera de la vista de la mayoría de los europeos", insiste Oceana Europa.

Algas de más de 4 metros de alto como los quelpos, mantos boscosos compuestos por una decena de especies de Cystoseira (algas pardas en forma de pequeños abetos), prados marinos con mas de un millar de especies viviendo entre ellas, fondos de algas rojas fijadoras de carbono y productoras de calcio, horizontes de algas que protegen a la costa frente al embate del mar, o laberintos de algas rojas, pardas y verdes formadoras de hábitats y refugio de especies de interés pesquero son algunas de las formaciones "boscosas" marinas que están "ardiendo" ante la pasividad de los gobiernos.

Mientras, las fanerógamas marinas, plantas con flores y frutos que forman extensos prados marinos, están disminuyendo a un ritmo del 3 al 5 por ciento anual, y la mayoría podría desparecer en menos de un siglo. Los bosques de quelpos, las algas mayores del planeta, que antaño albergaban a cientos de especies y mantenían las pesquerías costeras en grandes zonas de Europa, ahora se encuentran arrinconadas en pequeños lugares, han visto alterado su densidad y distribución o modificado su composición, pudiendo apenas mantener su función de "bosque".

Las Cystoseira, frecuentes en toda la cuenca mediterránea, pero también con presencia en el Atlántico norte y en zonas de la Macaronesia, ahora se ven reducidas a unas escasas manchas o en bosques empobrecidos en cuanto a la presencia de especies. Especies antaño muy abundantes, como las algas cuerda, el "musgo de Irlanda", las "hojas de roble" o los sargazos europeos son solo anécdotas en un paisaje marino cada vez más empobrecido y alterado.



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