La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) acaba de presentar un informe en el que ha evaluado el riesgo de extinción de 653 especies de peces de agua dulce, moluscos, libélulas, cangrejos, camarones y plantas acuáticas en Madagascar y otras islas próximas a ésta del océano Índico. Los investigadores han concluido que el 43% de las citadas especies de agua dulce se encuentran en peligro de extinción. Se trataría de un nivel de amenaza aproximadamente dos veces superior al que se ha documentado para el continente africano en su conjunto.
Las principales amenazas para las especies de agua dulce en Madagascar incluyen la pérdida de hábitat y la degradación de los ecosistemas que originan las prácticas agrícolas insostenibles, como la tala y la quema de bosques, así como la sobrepesca, la minería y la construcción de presas, según el informe.
«Nos alarma descubrir que muchos de los peces, cangrejos y otras especies de agua dulce de Madagascar se están deslizando hacia la extinción», comenta Laura Máiz-Tomé, coautora del estudio. «Dados los niveles de pobreza en el país, sus habitantes dependen en gran medida de las especies de agua dulce para su sustento a través de la pesca o el uso de plantas para hacer cestas», cita como ejemplo.
Humedales
Los humedales de Madagascar se extienden a lo largo y ancho de más de 300 kilómetros de ríos y arroyos y 2.000 kilómetros cuadrados de lagos, donde viven, entre otros, los icónicos cangrejo Madagapotamon humberti o el caracol Madagasikara. Más de la mitad de las especies de peces y 151 especies de libélulas evaluadas son endémicas.
La deforestación derivada de la agricultura y los asentamientos humanos han reducido los bosques litorales de la isla en más del 80%, empujando hacia la extinción a especies como la libélula Acisoma ascalaphoides, catalogada como «En Peligro» en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN.
«Las plantas de agua dulce que se encuentran exclusivamente en Madagascar están particularmente amenazadas»,subraya Sylvie Andriambololonera, otra de las autoras. «Muchas especies no se habían registrado en los 50 años anteriores a este estudio, destacando la necesidad de más evaluaciones de campo continuas para que podamos priorizar estrategias de conservación», apunta.
Fuente: ABC,