Algunos espacios naturales no sólo han garantizado su estado de conservación gracias a la histórica y ancestral presencia humana, sino que han evolucionado y progresado precisamente debido a esa intervención.
Es el caso de la Sierra y de los Cañones de Guara, en el prepirineo oscense, un lugar que en su currículum acredita los títulos de Parque Natural, Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) en la red europea Natura 2000.
Pero es sobre todo un lugar que ha evolucionado durante siglos, desde la Prehistoria -se conservan manifestaciones rupestres del Paleolítico Superior- hasta la actualidad, ya que fue pionero en la implantación de deportes de aventura al aire libre y han proliferado las infraestructuras turísticas y recreativas ligadas a una actividad que se ha convertido en una fuente de riqueza para las poblaciones del entorno.
Y han sido en parte las actividades tradicionales, como la agricultura, la ganadería o los usos forestales, las que mejor han contribuido a asegurar la conservación de los recursos naturales de la zona, y las que en la actualidad más están contribuyendo a diversificar las oportunidades y la oferta turística.
Recursos naturales y nuevas formas de turismo
Así, a los ya consolidados recursos y atractivos naturales, paisajísticos o culturales, la comarca oscense ha sumado durante los últimos años el turismo enológico, para aprovechar y rentabilizar el creciente interés que despiertan las “rutas del vino” entre miles de turistas de todo el mundo.
El agua, de un característico y espectacular color turquesa, es protagonista en el paisaje de Guara y sobre todo en sus populares cañones, ya que la erosión ha causado a lo largo de los siglos profundos barrancos salpicados de cascadas, sifones o cuevas.
Y su situación, entre el valle del Ebro y los Pirineos, deriva en un clima a caballo entre las características atlánticas y las mediterráneas, causa de la rica biodiversidad de la zona o de la localización de algunas especies endémicas de la zona.
Muy lejos de haber contribuido a la degradación del entorno, la presencia y la intervención humana han ayudado al buen estado de salud de algunas de las especies más representativas, y la inclusión en la red europea Natura 2000 ha sido determinante para acceder a fondos europeos que han servido para asegurar y mejorar las poblaciones de algunas de las especies más representativas y emblemáticas de la península.
Y entre ellas destaca la presencia del quebrantahuesos, una de las cuatro especies de buitre que residen en España (junto al alimoche, el buitre negro y el leonado) y un verdadero reclamo para miles de turistas aficionados a la ornitología.
Pero el cielo de Guara lo sobrevuelan también águilas reales, águilas perdiceras, halcones, búhos reales, abejeros europeos o el mimético chotacabras.
ZEPA desde hace más de 25 años
La Sierra de Guara se sitúa además en el límite de distribución de algunos vertebrados endémicos de los Pirineos, como el “tritón pirenaico”, un pequeño anfibio al que los pastores de la zona siempre han llamado “guardafuentes” por su estrecha relación y dependencia con el agua de la zona -cuando el tritón desaparecía, las fuentes se secaban…o viceversa-.
Fue la abundante y variada avifauna que hospeda la Sierra y los Cañones de Guara lo que motivó su declaración como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) hace más 25 años y su designación posterior como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC).
El espacio espera todavía su designación definitiva como Zona de Especial Conservación (ZEC) y la aprobación del correspondiente plan de gestión en el que se fijen prioridades y objetivos concretos de conservación.
Ese retraso es extrapolable a la mayoría de los espacios Natura 2000 de España y ha sido el detonante del expediente de infracción que la Comisión Europea ha enviado a España por la deficiente gestión que está haciendo de los espacios que están incluidos en esa red, el principal instrumento de conservación de la biodiversidad de la UE.