Ingenieros Forestales piden potenciar la investigación de causas de incendios forestales, cumplimiento estricto de la ley de montes y más gestión forestal
Recordemos que entre el viernes y la tarde del domingo se registraron más de 200 incendios y lo que resulta más preocupante, 28 iniciados de madrugada, entre la medianoche y las nueve de la mañana, un momento en el que las tareas de extinción son especialmente complicadas al no poder emplearse medios aéreos.
Las cifras hablan por sí solas: el 96% de los incendios forestales tienen un origen humano, ya sea por una negligencia o, y esto es lo peor, tienen una clara intencionalidad. Y también es de resaltar que casi la mitad de los grandes incendios forestales (aquellos que afectan una superficie mayor a las 500 hectáreas), los más graves por el verdadero drama ecológico, económico y social que generan, tienen como origen la mano del incendiario.
Situación dramática
Estamos ante una situación dramática con numerosos incendios declarados de nivel 2 (incendios para cuya extinción se prevé la necesidad de que, a solicitud del órgano competente de la Comunidad Autónoma, sean incorporados medios estatales no asignados al Plan de la Comunidad Autónoma, o puedan comportar situaciones de emergencia que deriven hacia el interés nacional) que están ocurriendo en zonas próximas a núcleos urbanos, con víctimas y heridos y numerosas pérdidas materiales, por no hablar de las infinitas situaciones de angustia y desasosiego que se han producido.
Incendios intencionados que ponen en jaque no sólo a nuestros medios de extinción sino también a parte de nuestra sociedad que sufre estas catástrofes de manera directa. La situación climatológica no ha hecho más que acentuar la gravedad de estos incendios forestales (estamos ante uno de los años más secos de los últimos 40 años, lo cual ha ayudado a la propagación y extensión de los incendios, llegando a afectar a laderas de orientación norte que ejercían de áreas cortafuegos) pero el verdadero problema está en el origen de los mismos (somos capaces de apagar más incendios, pero hemos fracasado rotundamente en reducir su número).
A la coctelera hemos de añadir, además del abandono de nuestros bosques, la crisis que atraviesa el mundo rural actual que comporta la pérdida de aprovechamientos tradicionales del monte (recogida de leñas, pastoreo intensivo,…) de la capacidad de detección y extinción inmediata por parte de la población rural, pérdida de caminos rurales al invadirlos la maleza, conocimiento del territorio, etc.
España necesita una mayor sensibilización ambiental, debemos ser conscientes de las enormes pérdidas que generan incendios de estas características. Y sobre todo, debemos conseguir, que todo el peso de la ley caiga sobre los autores y que estos delitos no queden impunes. Son poquísimas las condenas que se consiguen aun siendo las penas lo suficientemente duras.
Quemas descontroladas de pastos
Sin querer apuntar hacia ninguna causa de los incendios producidos hasta que finalicen las investigaciones oportunas conviene recordar que uno de los motivos principales en todo el arco noroeste español, según las estadísticas, son las quemas descontrolados de pastos. Bien por descoordinación entre la administración forestal y la responsable de la PAC, la cual debe ir dirigida a generar el diálogo y búsqueda de soluciones a problemas comunes, o bien para “no dañar las rentas ganaderas” muchas de las hectáreas quemadas siguen recibiendo ayudas PAC, es decir, se traslada al incendiario la idea que “quemar es rentable”, ya que además de la impunidad del incendiario, amparado en el “las prácticas tradicionales” (esto se ha quemado siempre), las ayudas no disminuyen.
Las subvenciones agrarias están concebidas para complementar la renta de los profesionales, especialmente en condiciones desfavorables y allá donde se requiera extremar las medidas para conservar un patrimonio natural de extraordinario valor, como en la Cordillera Cantábrica. Los sistemas de ayuda han de ser revisados para evitar efectos contraproducentes como los derivados del CAP (Coeficiente de Admisibilidad de Pastos) y para que promuevan el buen manejo ganadero. Cuando no se respeten las buenas prácticas establecidas, la retirada de las ayudas ha de ser inmediata. De esta manera se erradicó el problema de las quemas de rastrojos en el interior de la península y podrían erradicarse las quemas descontroladas de pastos de la cornisa cantábrica.