Dicha investigación es el resultado de la colaboración interdisciplinar entre dos investigadores: por un lado, el profesor de la UC3M Santiago Fernández Muñoz, quien ha trabajado en el ámbito de la geografía histórica bajo la dirección de la catedrática de la Universidad Autónoma de Madrid Josefina Gómez Mendoza; y por otro lado, el ecólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Juli Pausas.
La conclusión a la que han llegado es que existe un cambio relevante en el número y, sobre todo, en el tamaño de los incendios forestales durante la década de los setenta. Este cambio estaría directamente relacionado con el éxodo rural y la transformación en los usos del suelo que se concretó en esa década. "La despoblación de los espacios rurales tuvo como consecuencia un abandono de espacios agrícolas intercalados históricamente entre los espacios forestales y, en pocos años, los antaño campos de cereal fueron invadidos por vegetación muy inflamable en etapas de sucesión hacia el bosque mediterráneo", explica el profesor Fernández Muñoz.
La clave: 0,6 habitantes por kilómetro cuadrado
Al mismo tiempo, se redujo drásticamente la extracción de leñas como consecuencia de la incorporación de otras fuentes de energía, y se asistió a una transformación muy relevante de los paisajes rurales, "menos poblados y con menos mosaicos de usos agrícolas, con más continuidad de masas forestales y más vegetación con alto grado de inflamabilidad", precisa el experto. Pese a que la despoblación y los cambios en los usos del suelo fueron graduales, la investigación ha detectado umbrales a partir de los cuales se constata un incremento muy relevante de los incendios, que se sitúan en una densidad poblacional de 0,6 habitantes por kilómetro cuadrado.
Para realizar el estudio, estos científicos primero realizaron una investigación básica sobre la presencia de incendios forestales desde 1875 en la provincia de Valencia, por lo que revisaron los archivos de la administración forestal e identificaron cada una de las noticias sobre incendios aparecidos en los periódicos locales. Gracias a esto, confeccionaron una base de datos con miles de registros de incendios identificados por fecha, localización y superficie quemada. Por último, relacionaron toda esta información con variables socioeconómicas (evolución de la población, usos del suelo, etc.) y variables climáticas (precipitaciones, temperatura) mediante la aplicación de métodos estadísticos complejos para encontrar la vinculación entre las diferentes variables.
Lo que han evidenciado, en resumen, es que el cambio en el régimen de los incendios que se constata en la investigación histórica no puede ser explicado por el gradual cambio climático, sino que responde a cambios en la disponibilidad de combustible, en el uso de las fuentes de energía y en la conectividad de los paisajes. Esta investigación que trata de explicar la evolución de los incendios puede resultar de gran utilidad para la gestión de los espacios y de los incendios forestales a medio y largo plazo, según sus autores.