La bacteria que aniquila olivares y almendros

"Cada vez que piso una parcela de olivar, me fijo en el estado de las hojas por si existe alguna muestra que me lleve a pensar que se trata de la Xylella fastidiosa y que se me vaya todo el trabajo de muchos años", señala Agustín Rodríguez, un pequeño agricultor de la localidad jienense de Baeza. "Es difícil detectar los síntomas de la enfermedad. Por ello es importante comunicar cualquier sospecha a los servicios de sanidad vegetal de la Junta para analizar la situación y evitar que se propague".

Es lo mismo que se preguntan cada día agricultores de Baleares o Alicante tras los casos detectados en el últimos meses, pero también en el resto de zonas donde dominan las superficies de cultivos leñosos. Porque la Xylella fatidiosa, conocida vulgarmente como el "ébola del olivar", es en realidad una enfermedad provocada por una bacteria que impide el flujo de la savia y va secando la planta hasta causarle la muerte.

Esta bacteria puede afectar, no solo al olivar, sino también a otras 360 especies leñosas, entre ellas los viñedos, árboles frutales de pepita, de hueso, cítricos o de frutos secos, lo que supone en España un volumen de unos cinco millones de hectáreas.

Tanto en los medios agrarios como desde la propia Administración están de acuerdo en la necesidad de intensificar los controles, avanzar en tareas de prevención y mantenerse en estado de alerta para combatir esta plaga, que cuenta con unos protocolos marcados por las autoridades comunitarias. El sector agrario reconoce resignado que tendrá que convivir con la enfermedad mientras no haya instrumentos para erradicarla, al igual que ocurre en EE UU, donde California ha sufrido los estragos de la bacteria desde finales del siglo XIX. En un artículo de 2014, el investigador Kabir P. Tumber y otros colaboradores de la Universidad de California en Davis estimaron que el coste anual de la Xylella para la industria vinícola de este Estado ascendía a 86 millones de euros.

En Europa, la Xylella se detectó en 2013 en la región de Apulia en Italia. La enfermedad se extendió con rapidez y obligó a arrancar un millón de olivos en esa zona. A ello contribuyó la forma de cultivar los olivos en esa región, donde las hierbas que se dejan crecen en torno a los árboles sirven de refugio a los insectos. A partir de ese episodio, las autoridades comunitarias se pusieron en guardia. El brote de Italia se asocia a una planta ornamental de café importada de Costa Rica.

"La Xylella se ha asociado en algún caso a una situación preocupante que ha causado daños importantes, mientras que en otros no ha sido así", indica una portavoz del Ministerio de Agricultura, que ha activado un plan de vigilancia en todo el país.

Hace menos de un año, en noviembre de 2016 se detectó en Baleares el primer brote en España. A este han seguido otros más en olivos, almendros o viñedos, para saltar en los últimos meses a dos casos en parcelas de almendros en los términos de las localidades alicantinas de Guadalest y Benimantell, mientras se extiende el temor a que salte a olivares de Andalucía.

Frente a la Xylella no existen tratamientos zoo o fitosanitarios para su prevención ni para su erradicación. Las actuaciones para combatirla pasan por la prevención para evitar su entrada en territorio comunitario, aumentando los controles en frontera, inspecciones en viveros y con la destrucción de las plantas infectadas y las que están en el área de influencia del mosquito que transmite la bacteria. Bruselas puso en marcha en 2014, a raíz de los casos detectados en Italia, un plan de control y vigilancia en fronteras para evitar la entrada de plantas leñosas de frutas y ornamentales, especialmente procedentes de americanos.



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