La fractura hidráulica es una técnica que permite acceder al gas y al petróleo no convencional a grandes profundidades. Pero esta extracción puede provocar graves daños al medio ambiente y la salud. Así lo demuestra la experiencia en Estados Unidos, el lugar donde en la última década se han puesto en marcha más explotaciones de fracking, generando graves problemas para el agua, el aire y la salud de las personas.

Entre los mayores daños que causa la fractura hidráulica, las organizaciones ecologistas destacan:

  • Contaminación de aguas subterráneas. Tras la perforación, se fractura la roca inyectando a altas presiones una mezcla de agua y arena con gran cantidad de productos químicos muy tóxicos. Se estima que se recupera entre un 15% y un 85% del líquido inyectado, permaneciendo el resto en el subsuelo, con la posibilidad de contaminar los acuíferos.
  • Fuerte consumo de agua: este procedimiento requiere más de 19 millones de litros de agua limpia por cada pozo y operación, el equivalente al consumo anual de agua de 1.000 familias españolas, lo que crea dificultades en lugares con poca disponibilidad de este recurso. Además, se genera una gran cantidad de aguas residuales contaminadas con sustancias químicas, metales pesados y partículas radiactivas.
  • Contaminación del aire: Parte de los tóxicos empleados son volátiles por lo que pasan fácilmente al aire. Muchos de estos compuestos son tóxicos y carcinógenos.
  • Contribución al cambio climático: aunque el gas produce menos emisiones de CO2 que otros combustibles fósiles, la cantidad de metano que escapa a la atmósfera es el doble de la que se produce en la extracción del gas natural convencional. El metano produce 23 veces más efecto invernadero que el CO2.
  • Una apuesta por las energías sucias. El fracking se ha convertido en la gran esperanza de la industria petrolera y gasista para continuar con un modelo de desarrollo tremendamente dependiente de los combustibles fósiles, algo cada vez más complicado por la reducción de las reservas y el aumento de la demanda. Pero sobre todo, supone seguir ignorando la enorme amenaza que ya supone el cambio climático y socavar el desarrollo de las energías renovables.

Tanto la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad Alimentaria del Parlamento Europeo en 2011, como la propia Comisión Europea en 2012, han emitido informes que reconocen que la fracturación hidráulica tendría efectos devastadores sobre el territorio, así como que existe un alto riesgo de contaminación del agua potable y de efectos negativos sobre la salud y el clima.

Numerosos estados y lugares del mundo han aprobado ya moratorias y prohibiciones de esta actividad. Países europeos, como Francia, Dinamarca, Bulgaria, Rumania o la República Checa se cuentan entre ellos. El Estado español sin embargo se está dejando convencer por las promesas de la industria del fracking, concediendo numerosos permisos de exploración en los últimos 4 años.

Tras el Día Global contra el fracking, las organizaciones ecologistas denuncian todos estos impactos y reclaman el abandono de los proyectos de fractura hidráulica, al tiempo que exigen que se apueste sin fisuras por las energías renovables y la contención de la demanda.



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