Por ejemplo, la capacidad de gasto de la Xunta de Galicia para 2013 es un 2,5% menor que el presupuesto ajustado de 2012, pero Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas ha sufrido un recorte del 13%, el mayor de todo el Gobierno.
En el Ministerio de Medio Ambiente los recortes fueron de un orden similar. Entre 2010 y 2012 el ministerio recortó un 49% los fondos dedicados a protección y mejora del medio natural y en un 46% los fondos ligados a la conservación de la biodiversidad.
Reducción en la vigilancia
La crisis ha golpeado fuertemente en la capacidad de vigilancia y control en nuestros campos. Al igual que en otros ámbitos de la función pública, las Administraciones están amortizando e incluso suprimiendo plazas de agentes forestales, lo que hace que haya menos personal. Por ejemplo, en Madrid hace diez años que no se convocan plazas de agentes forestales, superando ya la media de edad los 45 años. De hecho, Madrid, junto con Cataluña y Murcia eran comunidades de referencia en cuanto a su capacidad de vigilancia y ya no lo son.
Desde el punto de vista material las carencias son importantes. Los agentes trabajan con los medios que tenían antes de iniciarse la crisis, a los que hay que restar los que ya no son utilizables. Por ejemplo, el parque móvil de Andalucía o Castilla-La Mancha supera los 300.000 km por vehículo, muchos de ellos realizados en monte, y en Madrid se han retirado casi 30 vehículos, lo que hace que se hayan tenido que quedar agentes en las oficinas.
Pero en algunos casos es aún peor, en muchas comunidades autónomas, como Castilla y León, Andalucía y Aragón, está restringido el gasoil. En muchos casos los agentes van de tres en tres y se dejan sin hacer servicios. A SEO/BirdLife, por ejemplo, han llegado denuncias de rapaces heridas o muertas que no han sido llevadas a los centros de recuperación por parte de los agentes en provincias limítrofes por falta de combustible.
Lucha contra el veneno
El problema del veneno en el campo muestra a la perfección lo que la crisis se ha llevado. Andalucía, la comunidad autónoma que más avanzada estaba en la lucha contra este delito, ha reducido a la mitad sus equipos, incluidas las patrullas caninas. Asturias también ha reducido a la mitad su patrulla canina y Extremadura directamente la ha eliminado al considerarla un gasto “excesivo e innecesario”. A esto se añade que no hay presupuesto para hacer las pruebas toxicológicas imprescindibles en la mayoría de las comunidades autónomas. De hecho, ahora mismo sólo se hacen análisis de especies muy amenazadas o emblemáticas, lo que no ha impedido que se generen importantes deudas con los laboratorios de referencia.
Especies amenazadas
El seguimiento y conservación de especies amenazadas ha sufrido también un gran recorte. Sólo en el Ministerio de Medio Ambiente la partida de ayudas a las comunidades autónomas para planes de recuperación de especies en peligro de extinción pasó de cuatro millones a cero entre 2010 y 2011. Estas han reducido considerablemente el seguimiento que hacen de estas especies sustituyendo el trabajo realizado por personal contratado especializado por el que desarrollan los agentes medioambientales. Esto no sería un problema si a los agentes se les diese la formación adecuada y los medios necesarios, pero este no ha sido el caso. Un buen ejemplo es la no renovación en Castilla-La Mancha de los técnicos que hacían el seguimiento en campo del águila imperial. Por su parte, Andalucía ha echado el cierre al centro de cría del águila imperial de San Jerónimo por su elevado coste económico, e incluso hay problemas para asegurar alimentación suplementaria a las parejas de águila con escasa disponibilidad de conejos en el entorno.
La educación que pudo ser…
Los recortes también han llegado a la educación ambiental: de estar considerada dentro de la educación formal como una valiosa asignatura transversal ha pasado a mantenerse sólo gracias al ingenio, entusiasmo y dedicación de los equipos educativos. Pero, en la educación no formal, el panorama todavía es mucho más negro, con cada vez más centros de interpretación cerrados o bajo mínimos y con unos programas que han visto desaparecer o reducir sus actividades. La situación puede ser considerada dramática, con unos recortes de personal que superan el 50% en la mayoría de las comunidades autónomas, importantes cierres de centros de educación ambiental y un aumento considerable en los precios que deben pagar los ciudadanos por acceder a las actividades ofertadas.
Incendios, menos efectivos
El año pasado ha sido uno de los más dramáticos en cuanto a incendios forestales, produciéndose 38 Grandes Incendios Forestales y afectando casi el 60% de los siniestros a importantes espacios protegidos. En 2012 ardieron hasta cuatro parques nacionales a la vez, quedando calcinado casi el 20% del Parque Nacional de Garajonay, y todo ello tras un recorte del ministerio del 20% en la partida destinada a la prevención y extinción de incendios en los parques nacionales.
Pese a estos antecedentes, todas las comunidades autónomas han recortado en 2013 el número de efectivos en tareas de vigilancia y prevención de incendios, así como la inversión en recursos materiales. En Aragón se ha reducido el presupuesto en un 12%, en Castilla y León el recorte ha sido del 50% y en Cataluña, del 33%, además de no renovar el alquiler de al menos 40 vehículos y prescindir de la mitad de los medios aéreos.
Renovables e investigación
Pero estos son sólo algunos de los recortes que se ha llevado este tsunami. Se podría hablar también de la situación lamentable en la que se encuentran las ONG, de la desaparición de ayudas para la conservación del medio ambiente, la ausencia de vigilancia y seguimiento de las declaraciones de impacto ambiental, la merma en la investigación ambiental, el recorte a las renovables, la menor policía fluvial o la casi desaparición de la representación española en los foros internacionales por no poder asumir los gastos de desplazamiento y las cuotas de los foros internacionales.
Algunos se contentan pensando que, al menos, la crisis ha frenado la destrucción de hábitat por la construcción de viviendas e infraestructuras, pero lo cierto es que representa una triste situación que nunca podrá compensar todo lo que se está perdiendo.