Cuando el diciembre pasado empezó a hablarse en los informativos sobre una especie de gripe que había brotado en China, pocos se imaginaban que, finalmente, no fuese una gripe, sino algo mucho más grave, y que se acabaría convirtiendo en una de las mayores pandemias que se recuerdan en la historia reciente: la COVID-19. Nos enfrentamos a la gran pandemia del siglo XXI, pero los expertos advierten, no será la única.
Arrancamos el siglo con el SARS, en 2002; después llegó la Gripe Porcina en 2009 (con más de 200.000 fallecidos); el MERS lo hizo en 2012 y dos años después, en 2014, el Ébola llegó a Europa, una enfermedad que hasta este año ha seguido manteniendo en vilo algunas zonas de África.
Cinco enfermedades distintas
En apenas 20 años cinco enfermedades distintas, contando el coronavirus, se han extendido alrededor del mundo. Los brotes epidemiológicos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se han triplicado en las últimas décadas. Una frecuencia preocupante y que, según los expertos, podría estar relacionada con la degradación del medio ambiente.
El origen de estas enfermedades es zoonótico, es decir, que se transmite de animales a humanos. Es un patrón cada vez más habitual. Según la OMS, más del 70% de las enfermedades humanas en los últimos 40 años han sido transmitidas por animales salvajes. Y detrás de estas cifras podría estar la pérdida de la biodiversidad.
Así lo explica un estudio de WWF, publicado hace unas semanas, que indica que “en hábitats bien conservados, con gran diversidad de especies que se relacionan en equilibrio, los virus se distribuyen entre las distintas especies y no afectan al ser humano”. En cambio, cuando la naturaleza se altera o destruye, continúa el informe, “se debilitan los ecosistemas naturales y se facilita la propagación de patógenos, aumentando el riesgo de contacto y transmisión al hombre, con los consiguientes efectos negativos sobre nuestra salud”.
De la deforestación al tráfico de especies
La acción del ser humano ha alterado los ecosistemas. Un hecho que organizaciones ecologistas llevan denunciando durante las últimas décadas. La tala descontrolada de árboles en los bosques amazónicos, la gestión inadecuada de los recursos hídricos, el tráfico ilegal de especies exóticas o la destrucción de ciertos hábitats naturales están contribuyendo a la pérdida de la biodiversidad y, por tanto, son factores que fomentan la extensión de las pandemias. Todos ellos interrelacionados entre sí.
Esto hace que especies portadoras de virus, bacterias, hongos y parásitos, hasta ahora aisladas, entren en contacto con las personas y, por tanto, les transmitan enfermedades desconocidas.
Y junto a esta invasión del ecosistema por parte del ser humano, también llega el tráfico ilegal de especies animales, que son transportadas a otros puntos del planeta, a ecosistemas ajenos al suyo. Incluso se llega a comercializar con ellas en mercados de alimentos, donde conviven unas con otras y se transmiten entre ellas distintas enfermedades que luego dan el salto al ser humano.
De hecho, según apuntan todos los estudios, ahí radicaría el origen de la COVID-19, en uno de esos mercados de alimentos de Wuhan (China). Por tanto, detrás de este aumento de las pandemias podría estar el debilitamiento de los ecosistemas naturales. Desde WWF alertan: “Debilitar la salud del planeta significa aumentar los riesgos de transmisión de nuevas y viejas enfermedades y, por lo tanto, supone poner en riesgo nuestra salud y nuestro futuro”.
Frenar las pandemias del futuro
Desde la OMS, hace ya tiempo que vienen trabajando en medidas de prevención bajo el paraguas del concepto One Health, que considera que la salud de las personas, de los animales y de las plantas así como de los ecosistemas, están relacionados entre sí.
La iniciativa engloba, entre otros, a centros de estudios biológicos, médicos y veterinarios de todo el mundo con un objetivo común: crear estrategias interdisciplinares para garantizar la salud de todo el ecosistema. Un mecanismo que, dicen, “salvará millones de vidas tanto ahora como en las generaciones futuras”.
Una respuesta coordinada y los planes acción común se perfilan como la mejor estrategia para evitar que pandemias como la del coronavirus se repitan en los próximos años. Tras la crisis sanitaria y económica surgida por la Covid-19, varios sectores de la sociedad apuestan por una recuperación económica verde.
De hecho, el Pacto Verde de la Unión Europea, firmado a finales del pasado año, podría servir para marcar el camino hacia esa recuperación económica ecológica. Ahora los países miembros tendrán que ver cómo adaptar al nuevo escenario ese pacto que apuesta por un continente climáticamente neutro en 2050.
Una serie de medidas que van enfocadas hacia la descarbonización del tejido industrial y al fuerte impulso de las energías renovables. Acciones clave para frenar el cambio climático y proteger el medioambiente y los ecosistemas que, a su vez, sirven de muro de contención a posibles pandemias futuras.
Fuente: GORKA ALONSO GIL / PLANETA INTELIGENTE – EL MUNDO,
Artículo de referencia: https://planetainteligente.elmundo.es/tu-huella/a-menos-diversidad-mas-pandemias,