El planeta ha perdido un 40% del capital natural en los últimos treinta años. Desde el 1970, la población de animales silvestres ha disminuido un 68%. Desde 1990, se ha deforestado una superficie de dos veces y media el tamaño de España (más de 1,3 millones de kilómetros cuadrados). Ecosistemas completos, como los bosques tropicales o las barreras coralinas están en riesgo de desaparición inminente…
Hasta aquí las consecuencias, casi siempre invisibles, de un sistema que económico extractivo que ha puesto contra las cuerdas la biodiversidad, que vive desde hace tiempo por encima de los límites de la Tierra y que requiere de hecho de 1,6 planetas para sostenerse.
El demoledor informe de 600 páginas -dirigido por el economista de Cambridge Partha Dasgupta y por el encargo del Departamento del Tesoro británica- marca un antes y un después en la hasta ahora conflictiva relación entre la economía y la ecología. Por su relevancia y alcance, ha sido comparado ya con el histórico informe elaborado en el 2006 por Nicholas Stern sobre la economía y el cambio climático.
Un cambio urgente para el planeta
El propio Partha Dasgupta (nacido en Daca hace 78 años y nacionalizado británico) presentó el informe ante la Royal Society of Science reclamando «un cambio urgente de dirección en la economía para evitar los riesgos extremos por el deterioro ambiental».
«Durante décadas la economía ha excluido a la naturaleza de sus razonamientos y ha ignorado el hecho de que la naturaleza misma es un activo que está desapareciendo ante nuestros ojos», advirtió Dasgupta. «El cambio climático y el COVID-19 son dos ejemplos claros de que la naturaleza está perdiendo su resiliencia».
Dagupta clama por «una transformación global con un nivel de ambición, coordinación y voluntad política comparable o incluso mayor a la del Plan Marshall». Empezando por la necesidad de superar el PIB («que no mide la destrucción de la naturaleza») como indicador de crecimiento y acelerar el cambio de prácticas destructivas de la biodiversidad (como la deforestación o la agricultura intensiva) a otras que fomenten el desarrollo sostenible.
«Nuestras economía, nuestro sustento de vida y nuestro bienestar dependen del activo más preciado: la naturaleza», puede leerse en el arranque del informe Dasgupta. «Somos parte de la naturaleza y no podemos separanos de ella».
Precio de la prosperidad
El informe sobre la economía de la biodiversidad hace sin embargo un diagnóstico demoledor del «precio de la prosperidad» sobre los ecosistemas que proporcionan alimento, agua y aire limpio. Las actuales pautas de producción y consumo han provocado un bache creciente entre los recursos disponibles y la capacidad del planeta para regenerarse.
El informe estima que los susididos a prácticas destructivas de la naturaleza equivalen a 5 billones de euros anuales. Dasgupta y su equipo reclaman una revisión a fondo de las ayudas estatales -de la extracción de combustibles fósiles a prácticas agrícolas o pesqueras no sostenibles- y el condicionamiento de paquetes de recuperación del Covid a la reducción de emisiones, acompañado de incentivos para el cambio en las pautas de consumo.
A nivel supranacional propone la creación de instituciones para preservar como «bienes comunes» los últimos bosques tropicales o los océanos. «Los países menos favorecidos deberían ser pagagos para proteger sus ecosistemas», apunta el economista británico, que pone también sobre el tapete los estragos de las sobrepoblación y aboga por el papel central de la naturaleza en la educación.
Dasgupta recalcó la importancia de un año crítico como el 2021, con las cumbres de biodiversidad y cambio climático en el horizonte, para llegar a compromisos internacionales y cambiar el paradigma de la economía.
El Príncipe Carlos intervino como presentador del informe. «Hemos sido muy lentos a la hora de hacer frente a esta necesidad crítica», dijo. «Debemos poner la naturaleza en el corazón de la economía. Sin naturaleza no hay vida, así de simple… Debemos proponernos proteger al menos 30% del planeta en el 2030».
Reconstrucción más verde
El «premier» Boris Johnson llegó con la lección aprendida: «Economía y ecología son dos átomos de la misma molécula… Agradezco las conclusiones de este informe y soy consciente de que ahora nos toca a nosotros recoger el testigo, para una reconstrucción mejor y más verde a la salida de la pandemia».
David Attenborough, el venerano naturalista, se refirió al informe como una receta infalible para un cambio fundamental en nuestra manera de percibir el planeta: «Si seguimos causando este daño, nos enfrentamos al colapso de los ecosistemas… Podemos salvar el mundo natural, aunque hayamos esperado al último minuto, y salvarnos de paso nosotros».
Desde Mallorca, el biólogo y economista ambienta Aniol Esteban, director de Marilles Foundation, interpretaba así el alcance global del documento: «Ha llegado el momento de hacer economía de otra forma: reconociendo que los recursos naturales son finitos, integrando los costes y beneficios ambientales y pensando en el futuro. Las conclusiones de este informe deben estar en el centro de la estrategia de recuperación econòmica en España y la inversión de los fondos UE. La restauración y conservacion de bienes naturales no es una opcion, es una condicion para recuperar sectores económicos claves para nuestro país como el turismo y la pesca».
Fuente: CARLOS FRESNEDA / EL MUNDO,
Artículo de referencia: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2021/02/02/6019989a21efa005118b45ce.html,