Eduardo Mendoza, como varios de sus vecinos, está pagando el alto precio de vivir cerca del Llaima, el activo volcán cubierto de nieve en el sur de Chile, que actualmente está en erupción.
Mendoza fue evacuado del centro de esquí donde trabajaba después de que el Gobierno decretara la alerta roja cuando el volcán empezó a lanzar lava a principios de mes y, al igual que decenas de personas, ha perdido su trabajo y tiene problemas para alimentar a su familia.
Esta es la segunda temporada seguida de esquí interrumpida por el Llaima, ubicado a unos 700 kilómetros al sur de Santiago.
"La gente no puede ir a trabajar por el peligro que hay", dijo Mendoza, mientras enormes nubes rodean al majestuoso volcán, cuya base presenta cicatrices negras debido a la lava que fluyó desde su cráter.
"La fuente de trabajo está parada y nosotros dependemos de eso para sustentar a nuestras familias. No podemos estar más parados", añadió, mostrando un vídeo que grabó en su móvil del volcán escupiendo material piroclástico a unos 400 metros de altura.
Además del material incandescente y el gas que emana del cráter del Llaima, la mayor preocupación es la nieve que cubre al volcán, que podría derretirse, producir aluviones, provocar la crecida de un río cercano e inundar poblaciones aledañas.
Alerta Roja
El volcán erupcionó violentamente el día de Año Nuevo, obligando a la evacuación temporal de algunos turistas y residentes del Parque Nacional Conguillio. En febrero volvió a la actividad lanzando cenizas y lava.
En el mes de julio, el gobierno de Michelle Bachelet decretó la "alerta roja" a unos 15 kilómetros alrededor del volcán, de unos 3.125 metros de altura, por lo que unas 60 personas han sido evacuadas.
Los expertos dicen que desconocen como se seguirá comportando el volcán.
"Hay descenso y ascenso de actividad en forma muy rápida", dijo Hugo Moreno, geólogo y experto en volcanes del organismo vulcanológico Sernageomin, en Melipeuco, una localidad cercana a la zona de emergencia.
"Es muy difícil hacer un pronóstico al mediano plazo. Lo más probable es que (la actividad) siga oscilatoria, hasta que en algún momento se estabilice", agregó.
Los evacuados se quejan de que sólo se les permite ingresar a la zona cercada para ver a sus animales dos horas al día y están preocupados de que mueran, sean robados o comidos por un puma, pero las autoridades explican que los ciclos de actividad del volcán son muy rápidos y no se pueden hacer pronósticos a largo plazo.
El Llaima intensificó su actividad después de la erupción del volcán Chaitén, a unos 1.220 kilómetros al sur de Santiago, que obligó a la evacuación de un poblado entero.
Chile tiene más de 2.000 volcanes, de los cuales 500 han sido clasificados por expertos como potencialmente activos. De estos, entre 50 y 60 poseen registro de erupciones.