Se desmonta la teoría de que la mayoría del hierro del Océano Antártico procede de los icebergs
Las aguas pelágicas del Océano Antártico (las que no se encuentran sobre la plataforma continental) tienen generalmente baja concentración de clorofila a, una forma particular de clorofila –la más abundante en la naturaleza– que es esencial en la fotosíntesis oxigénica. En el medio marino, esta clorofila está presente –entre otros– en el fitoplancton, o plancton vegetal (cianobacterias, diatomeas y otros microorganismos), que constituye la base de la cadena trófica, y de ahí su importancia para los ecosistemas antárticos marinos. Pese a esta escasez generalizada de clorofila a, ciertas zonas del Océano Antártico, entre ellas las mesetas submarinas de Kerguelen y Crozet y los mares de Scotia y Ross, muestran concentraciones mucho mayores, que se atribuyen a una mayor disponibilidad de hierro en esas zonas.
La disponibilidad de hierro, en consecuencia, parece fundamental para los “puntos calientes” de producción biológica del Océano Antártico distantes de las zonas costeras. En las aguas costeras y sobre la plataforma continental, la disponibilidad de hierro es mucho mayor, dada su proximidad a las fuentes del mismo: las aguas de escorrentía procedentes de la fusión de nieve y hielo, y los icebergs, que contienen sedimentos subglaciares arrancados del lecho por los glaciares que produjeron los icebergs.
Un trabajo interdisciplinar
Tanto en el caso de aguas pelágicas como costeras del Océano Antártico, hasta ahora se pensaba que los icebergs eran la fuente principal de hierro. Sin embargo, en un estudio recién publicado en Nature Communications un equipo multidisciplinar constituido por investigadores de varias universidades y centros de investigación de Reino Unido, Noruega, España (Universidad Politécnica de Madrid) y Portugal ha puesto de manifiesto que las aguas de escorrentía provenientes de la fusión de la nieve y el hielo glaciar son la fuente principal de hierro en esta región. El trabajo se ha realizado analizando muestras tomadas en las islas Georgia del Sur, Signy (Archipiélago de las Orkney del Sur) y Livingston (Archipiélago de las Shetland del Sur). En esta última está ubicada la Base Antártica Española Juan Carlos I.
En las muestras se analizaron las cantidades de hierro filtrable (< 0,45 micras) y hierro soluble en ácido asociado a los sedimentos en suspensión. Se distinguió entre muestras correspondientes a aguas de escorrentía de origen no glaciar (fusión de nieve y precipitación líquida en zonas no glaciadas) y de origen glaciar (fusión de nieve y hielo en zonas glaciadas). Entre estas últimas, se analizó el distinto comportamiento de las aguas de fusión producidas en superficie de las provenientes de cauces de agua subglaciares.
“Esta distinción es importante –comenta Francisco Navarro, profesor de la Universidad Politécnica de Madrid participante en el estudio– porque la fusión en superficie depende fuertemente de las condiciones climáticas, mientras que la fusión subglacial está más influida por el flujo de calor geotérmico, prácticamente independiente de las condiciones climáticas, aunque también está indirectamente afectada por el volumen de agua que se funde en superficie y llega al lecho glaciar a través de grietas y canales internos del glaciar”.
Para la estimación del volumen de aguas de escorrentía se utilizaron registros de precipitación en forma de nieve y de lluvias (entre ellos, registros de precipitación de la base Juan Carlos I) y registros y modelos de fusión en la superficie de los glaciares realizados anteriormente por investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid y la Agencia Estatal de Meteorología publicados en las revistas The Cryosphere y Journal of Glaciology.