Pero, ¿debemos dejar que el porcentaje de superficie quemada dependa del azar meteorológico? o por el contrario, ¿debemos apostar por invertir en prevención y gestión forestal para evitar pérdidas mayores durante un incendio, que cada vez es menos evitable? Un año más, SEO/BirdLife reclama que se dediquen más recursos económicos y humanos a labores de prevención de incendios, sin recortar los medios de extinción.
Nos espera un país climáticamente más inflamable por lo que cada vez es más necesario apostar por la prevención frente a la inversión en extinción. Hace un año publicábamos una serie de blogs de Nicolás López, técnico del Área de Conservación de Especies y Espacios de SEO/BirdLife en los que se preguntaba si ¿Es España un país inflamable? Hoy están de máxima actualidad a raíz de los incendios ocurridos en los últimos días en la provincia de Guadalajara.
En agosto de 2013, SEO/BirdLife ya denunció que: “la inversión en prevención cuenta con presupuestos cada vez menores, y los recursos para extinción se reducen con la crisis a la mitad. Las consecuencias no se hacen esperar y tenemos el ejemplo de lo que está ocurriendo en la provincia de Guadalajara este año: se han reducido al 50% los recursos humanos destinados anualmente a los retenes forestales mediante un ERE, se han cerrado algunos de los helipuertos y torretas de vigilancia y se está recurriendo de manera casi continua a la colaboración de los medios de extinción del Estado (especialmente de la Unidad Militar de Emergencias)”.
Este periodo estival, de nuevo, no podemos esperar que el azar meteorológico propicie que no se den las condiciones de mayor riesgo para que se produzca un incendio: 30% de humedad relativa, 30ºC de temperatura y 30 kilómetros de velocidad del viento. Con estos factores, por otra parte, muy habituales, solo dedicando los medios económicos, materiales y humanos necesarios para la prevención y la rápida extinción puede evitar un desastre.
Guadalajara: un mal año, un mal ejemplo, un mal resultado, nada aprendido
Las condiciones climáticas propicias, mucho combustible acumulado en el monte, abandono de las labores de prevención y eliminación del combustible, abandono administrativo del mundo rural en comarcas ya de por si despobladas, y 100 trabajadores menos que en 2012, hacen que este año, cualquier proceso de ignición que se produzca en el monte, pase de un simple conato de incendio a un drama ecológico y humano de grandes proporciones.
El escenario se agrava porque:
- Hay poca o nula inversión en sensibilización y divulgación sobre prevención y extinción de incendios.
- Se está produciendo un abandono socioeconómico y administrativo del mundo rural y de la ganadería extensiva, claros exponentes de lo que significa la prevención de los incendios forestales.
- La intensificación y mecanización agrícola, provoca un aumento del riesgo de ignición durante el cosechado del cereal.
Y además, como sabemos, los rayos son frecuentes durante las tormentas estivales con aparato eléctrico y las chispas que provocan las cuchillas de las cosechadoras contra las piedras son algo habitual durante las labores de cosechado del cereal.
Entonces, ¿por qué en Guadalajara?:
- Se están produciendo recortes de hasta un 50% del personal que participa en las labores anuales de prevención de incendios y que trabajan durante las campañas veraniegas en labores de prevención-extinción de incendios forestales, eliminando retenes forestales de la provincia y al menos a 100 trabajadores.
- Se han eliminado cinco patrullas de vigilancia antiincendios, uno de cuyos principales cometidos es supervisar el buen desarrollo de las labores de cosechado, causantes de una parte importante de los incendios de la campaña de 2013 y de este verano, dejando operativas únicamente 5 patrullas de las 19 había en 2012.
- Se han eliminado 14 torretas de vigilancia y muchas de las que quedan no cumplen con las normativas de Seguridad y Salud Laboral, con lo que no pueden ser utilizadas.
Ante un conato de incendio: la detección temprana supone el 90% de las labores de extinción, es fundamental. Pero la realidad es que, cuando se reduce el número de torres de vigilancia activas, los vigilantes tienen que detectar los incendios desde el suelo, se tarda más en detectar los conatos, se tarda más en notificar el suceso, se tarda más en actuar al no contar con vehículos ligeros… Al llegar al lugar del incendio, el fuego ya tiene proporciones mayores, se lucha con menos efectivos y peores medios, y se recurre a otras unidades de la provincia o de otras limítrofes, dejando amplias zonas del territorio desprotegidas… Y finalmente se recurre, como siempre a los medios estatales del Magrama y de la UME, lamentando que cientos o miles de hectáreas ya están calcinadas…
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