En materia de biodiversidad es muy poco lo que se conocía de La Tortuga y cada avance ha llenado de mucha satisfacción y ánimo a la institución para seguir su trabajo de campo, a pesar de las limitaciones por los recursos y el desinterés de algunos sectores por el estudio y conservación del ambiente.
La Isla La Tortuga es un paraíso, que aunque bastante inhóspito, sirve de casa para sus especies y de hotel para otras tantas migratorias. Sus cielos son surcados por pájaros que vienen desde Norteamérica y se dirigen hacia el cono sur, pero también posee llamativas especies endémicas que crean una naturaleza única. Por su parte, aquellos cactus que se esquivan al caminar, con frecuencia poseen rica información sobre comunidades ecológicas y su existencia no es aislada, forman parte de una cadena que el hombre debe respetar. De hojas, ramas, troncos y tallos se crean cada vez más medicinas y sus estudios son permanentes. De igual manera pasa con las esponjas marinas. Los corales, por otro lado, son tal vez los mejores catalizadores para conocer el estado de conservación de una región subacuática y las tortugas marinas, que habitan la tierra desde hace unos 110 millones de años, muy probablemente sepan más del planeta que los mismos humanos. Sus paseos submarinos también mantienen un equilibrio que el hombre debe respetar.
La diversidad biológica de la isla La Tortuga es el resultado de millones de años de evolución y su existencia posiblemente se deba al ancestral movimiento de tierra que originó la cuenca de Cariaco al sur de la Dependencia Federal. En sus terrenos fue hallada la osamenta humana, hasta ahora, más antigua encontrada en las costas venezolanas y sus pálidas arenas albergan rastros que narran la historia de la estancia, hace más de 1800 años de grupos indígenas propios y luego de aventureros holandeses e ingleses.
La defensa de estas tierras trasciende de un neto antojo a la necesidad de conservación de la historia ecológica, humana y hasta militar nacional, como testimonio del lugar de dónde se viene, de lo que se es hoy día, así como pista de cómo se puede permanecer por más tiempo y con calidad en el planeta. Cada vez se hace más preciso apoyar las iniciativas ambientales que por ende benefician la permanencia del hombre en la tierra y entender finalmente que, éste es parte de la naturaleza, no su dueño.