Los vehículos empezarán a utilizarse a partir del mes de julio en los aeropuertos de Madrid-Barajas, Barcelona, Palma de Mallorca y Lanzarote. Se trata de la mayor flota de coches eléctricos de un gestor aeroportuario en Europa.
La utilización de este tipo de vehículos está incluida en el Plan de Ahorro, Eficiencia Energética y Reducción de Emisiones, en el Transporte y la Vivienda del Ministerio de Fomento y se alinea con las propuestas del Libro Blanco de Transportes de la Comisión Europea.
Los 33 vehículos se distribuirán de la siguiente manera:
- Aeropuerto de Madrid – Barajas: 10 coches
- Aeropuerto de Barcelona: 10 coches.
- Aeropuerto de Palma de Mallorca: 8 coches.
- Aeropuerto de Lanzarote: 5 coches.
Estos coches se utilizarán para dar servicio a los aeropuertos en las actividades realizadas en el "lado aire" por los departamentos de operaciones, medioambiente e ingeniería, entre otros.
Con esta primera flota, Aena analizará la viabilidad de sustituir por coches eléctricos la totalidad de los vehículos convencionales que utiliza en la actividad aeroportuaria, más de 1.200, y extender su utilización también a las actividades realizadas por otras empresas que operan en los aeropuertos como compañías aéreas o de handling. Por esa razón, la Dirección de Medio Ambiente de Aena conjuntamente con la Dirección de cada aeropuerto, supervisará la correcta implantación y funcionamiento de los coches suministrados.
Los automóviles usarán energía eléctrica como única fuente de energía aplicable a su sistema motriz y contarán con baterías de acumulación electroquímica desde las cuales gestionarán el suministro energético a la totalidad de sistemas del vehículo.
El suministro de energía eléctrica a los coches se realizará mediante una infraestructura de recarga especialmente diseñada para ello. Los automóviles serán cargados en las horas valle o nocturnas, cuando el aeropuerto tenga menos demanda de energía eléctrica.
La adquisición de esta flota de vehículos eléctricos se realiza después de las pruebas piloto llevadas a cabo en 2010 en los Aeropuertos de Madrid y Barcelona, que mostraron su idoneidad para ser utilizados en el ámbito de la actividad aeroportuaria.