La rebelión del coche eléctrico
En las salas de juntas de los principales fabricantes de automóviles se gesta una revolución. Las empresas se preparan para sustituir nuestros coches analógicos, mecánicos y con conductor por otros digitales, eléctricos y sin conductor. Volkswagen (VW) tiene previsto vender un 25% de coches eléctricos hacia 2020 y un 50% hacia 2030. Volvo se ha puesto como objetivo vender un 20% y Mercedes entre un 20% y un 25% hacia 2025.
Como decía no hace mucho Mary Barra, de General Motors: se producirán más cambios en el sector automovilístico en los próximos cinco o 10 años que en los últimos 50. Pero no todos los fabricantes de coches están invirtiendo: el consejero delegado de Fiat, muy escasa de fondos, rogaba hace poco a los clientes que no comprasen su modelo eléctrico 500x; Ford ha tardado en sumarse a la carrera, al igual que Toyota, que después de apostar por el hidrógeno ha empezado hace poco a invertir importantes sumas en soluciones para las baterías eléctricas. Las empresas de componentes automovilísticos y el sector petrolero también presionan enérgicamente para volver a la situación anterior.
El cambio de actitud está provocado por la nueva tecnología y, en el caso de la electrificación, por la asombrosa disminución del coste de las baterías, cuyo precio bajará y cuya densidad de energía mejorará y se multiplicará aproximadamente por 10 a lo largo de 15 años, desde 2010. Esto permitirá que los modelos con un precio atractivo y con una autonomía de 400 kilómetros compitan con los coches de combustión. China, que dentro de poco superará a Europa como mayor mercado mundial de coches eléctricos, está invirtiendo grandes sumas para crear un importante mercado nacional que pretende servir de trampolín para que sus empresas vendan sus modelos a escala mundial.
En Europa, el escándalo del Dieselgate, que parece que no termina, está dando un nuevo impulso a la transición hacia los coches eléctricos. Justo esta semana, Francia ha amenazado con demandar a VW por 20.000 millones de euros por manipular su mercado de coches diésel. En las oficinas de Daimler en Alemania se han llevado a cabo registros; y en EE UU se ha llevado a los tribunales a Fiat Chrysler. Hay presiones para limpiar el aire tóxico de Europa, y algunas ciudades, entre ellas París, Londres, Madrid, Atenas y Estocolmo, tienen previsto prohibir el diésel sucio o cobrar por él.
Los Gobiernos aumentan las tasas sobre el diésel para desincentivar las ventas de coches que emplean este combustible. Y los reguladores de la Unión Europea sustituyen las pruebas y los procedimientos de autorizaciones de coches obsoletos por otros que exigirán que los diésel lleven instalados unos sistemas de tratamiento de los gases de escape más eficaces, pero más caros. La cuota de mercado del diésel está disminuyendo como consecuencia de ello, y ha pasado de un máximo del 53% a aproximadamente un 47%, mientras que las ventas de modelos eléctricos e híbridos han aumentado un 37% en los 12 últimos meses.
Hacia el principio de la década de 2020, dentro de más de cuatro años, se prevé que comprar y tener un coche eléctrico sea más barato que comprar y tener uno de gasolina. Sin embargo, para que la demanda se incremente rápidamente después de 2020, se da por sentado que la disminución prevista del precio de las baterías no se verá afectada por la subida del precio del litio y del cobalto.
Para que las ventas hagan que el nicho de mercado actual (aproximadamente un 1% de cuota de mercado) de los coches eléctricos aumente, también se tendrán que instalar puntos de recarga en las carreteras y en las ciudades, aunque la mayoría de los coches solo tendrán que recargarse una o dos veces por semana, y eso se podrá hacer sobre todo en casa por la noche o en el trabajo. Actualmente, también hay una escasez crónica de modelos para elegir en el mercado (hay unos 20 modelos eléctricos), y muchos de ellos no están disponibles en todos los países. Hay que reformar los impuestos sobre los coches, especialmente para las empresas automovilísticas.
También habrá que vender el concepto a los compradores, y eso requiere de importantes inversiones para anunciar los coches eléctricos, que actualmente representan menos de un 1% de los presupuestos de publicidad. El cambio a los coches eléctricos no se producirá de un día para otro, pero tendrá que producirse rápidamente para que las emisiones de CO2 de los transportes no hagan que la Tierra se caliente peligrosamente y para que Europa no incumpla los compromisos sobre el clima que adoptó en 2015 en París.