La creación de nuevos carriles bici y la ampliación de los ya existentes en nuestras ciudades provoca en ocasiones quejas de vecinos y entidades, en especial cuando los ciclistas no circulan con suficiente precaución. Desde el punto de vista de la calidad del aire, no obstante, cada vez es mayor el consenso científico sobre las mejoras que se consiguen adoptando este medio de transporte en sustitución de los vehículos con motor de combustión.
Un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación Bancaria “la Caixa”, y publicado este mes de enero en la revista Preventive Medicine (edición online 9 enero) ha analizado con detalle la relación entre calidad del aire y medios transporte y concluye que la ampliación de las redes de carriles bici en las ciudades podría aportar beneficios considerables para la salud y la economía.
El estudio forma parte del Proyecto PASTA (Physical Activity through Sustainable Transport Approaches) financiado por la Unión Europea y presenta el análisis de los datos de 167 ciudades europeas; donde la longitud de la red de vías ciclistas está asociada al tipo de transporte elegido, pudiendo aumentar la selección de la bicicleta como medio de transporte hasta el 24,7% del total de los desplazamientos. Es decir que si existieran más carriles bici, hasta una de cada cuatro personas escogería la bicicleta como medio para desplazarse diariamente.
El análisis estima que si en todas las ciudades estudiadas la bicicleta fuera seleccionada en el 24,7% de los desplazamientos, se podrían evitar más de 10.000 muertes prematuras al año.
“Este es el primer estudio que evalúa las asociaciones potenciales entre la longitud de la red de carriles bici, el tipo de transporte seleccionado y los impactos asociados en la salud en ciudades europeas”, afirma Natalie Mueller, investigadora de ISGlobal y primera autora de la publicación.
La evaluación del impacto en la salud mostró que cambiar a la bicicleta como medio de transporte es beneficioso para la salud debido al aumento asociado de actividad física, “cuyos beneficios contrarrestan los efectos perjudiciales de la contaminación del aire y los accidentes de tráfico”, añade Mueller.
En las diferentes estimaciones que hicieron los investigadores, los mayores beneficios para la salud se basaron en el supuesto de que las ciudades disponían de carriles bici en todas las calles. En ese caso, Londres podría evitar hasta 1.210 muertes prematuras al año, seguida de Roma (433 muertes prematuras al año) y Barcelona (248 muertes prematuras al año). Solo con un incremento del 10% en la infraestructura ciclista, también se aumentaría significativamente el uso de bicicleta y se evitarían 21 muertes prematuras en Roma, 18 en Londres y 16 en Barcelona.