Desde hace un mes, los emblemáticos autobuses rojos de Londres utilizan un nuevo biocombustible compuesto, en parte, por posos de café. Este curioso proyecto piloto se suma a experiencias similares como el uso de whisky en Escocia (en realidad de los residuos que quedan en las destilerías), el tequila en México (por cada litro de tequila se generan 12 litros de desechos orgánicos), o la cerveza en Nueva Zelanda (este biocombustible incluso está a la venta).
“Cualquier cadena química se puede procesar para obtener combustible, la pregunta es a qué coste, de aquí que se realicen experimentaciones como estas”, señala Juan Ramon Morante, director del Institut de Recerca en Energia de Catalunya (IREC). “El problema es que mucha biomasa requiere de caros tratamientos para su transformación que provocan que no sea rentable su producción”, reconoce el experto.
El objetivo de estos proyectos piloto es reducir el consumo de combustibles fósiles y las emisiones de CO2 a la atmósfera. “Los biocombustibles de origen biológico se consideran de emisiones netas porque el CO2 que emiten se vuelve a fijar como biomasa, que a su vez puede servir para generar más biocombustible, con lo que son ciclos cerrados”, explica Morante. Es decir, que no contribuye a la emisión de más CO2.
La producción de biocombustible a partir de residuos orgánicos no genera controversias, como es el caso de los posos del café o los desechos de la industria agroalimentaria, pero los cultivos energéticos son otra cosa. “Existe la crítica de que se están destinando terrenos a biocombustible en lugar de alimentación, además del consumo de agua que requieren los cultivos”, señala el director del IREC.
Aviones que vuelan con aceite de cocina reciclado
Si bien no son pocas las experiencias de biocombustibles en vehículos rodantes, donde más potencial tienen es en la aviación, asegura Juan Ramon Morante. “En el transporte de carretera la gran apuesta son los vehículos eléctricos, que tienen una eficiencia de entre el 95 y el 97% frente al 25-27% de eficiencia del coche de combustión”, indica el experto. “Los biocombustibles se prevén para aplicaciones donde el motor eléctrico no sea viable, como en los aviones o los barcos”.
En aviación, el foco de todas las miradas es el uso de aceite de cocina usado. A finales de noviembre la aerolínea china Hainan Airlines realizó el primer vuelo transoceánico, desde Pekín hasta Chicago, utilizando biocombustible elaborado con aceite de cocina reciclado. Su uso es todavía ocasional por su alto coste pero reduce entre un 50 y un 80% las emisiones de CO2 en comparación con el queroseno tradicional.
En cuanto a la navegación, el director del IREC apuesta por una mezcla entre biocombustibles y electricidad (propulsión hídrica eléctrica). En la actualidad, las embarcaciones dependen en gran medida de los combustibles fósiles para alimentar sus motores, en particular combustible de caldera, que es una mezcla de combustibles menos refinada, más contaminante y más barata, que incluye gasóleo, gasóleo pesado y gas natural licuado.