La movilidad es, desde los orígenes del ser humano, un reto para subsistir y para progresar. Cada día necesitamos movernos por ocio y trabajo; es una necesidad. En un escenario presente y futuro tres pilares interpretan un papel importante: la infraestructura, el vehículo y la conexión a la red.
Vivimos en la era del desarrollo tecnológico, y su progreso ha sido vertiginoso. ¿Quién aventuraba que estaríamos conectados a un dispositivo móvil minúsculo, que sería nuestro compañero inseparable durante todo el día para múltiples acciones?
La primera revolución de la movilidad gracias a las nuevas tecnologías ya se ha producido. Gracias a un smartphone podemos comprar billetes de tren, avión, alquilar un vehículo por car-sharing, o compartirlo por car-pooling. Incluso podemos alquilar un patinete o una bicicleta para movernos por la ciudad.
La evolución del primer pilar, el vehículo, es asombrosa. ¿Quién no recuerda cómo era el salpicadero de un Seat 600? Sencillo, simple y con poco que mirar. Esta pieza se ha transformado en algo que se parece más a un panel de avión que a un coche, lleno de luces, sistemas y mensajes que ayudan a que la conducción sea más sencilla.
Son los denominados ADAS (Advanced Driver Assistance Systems). La lista es larga:
- Sistema de mantenimiento del vehículo en el carril,
- Control de crucero adaptativo
- Ajuste de velocidad del vehículo
- Distancia de seguridad entre vehículos
- Control inteligente de la velocidad
Coche autónomo y automatizado
La automatización del vehículo dará lugar al vehículo autónomo, en el que el conductor será un pasajero más que podrá realizar otras actividades. La conducción no exigirá atención permanente, sino que el vehículo tomará decisiones, algunas preestablecidas y otras aprendidas por la inteligencia artificial, que será un nuevo compañero de viaje.
Existen seis niveles de autonomía. En la actualidad se realizan pruebas con vehículos de autonomía de nivel 4. La tecnología ya ha creado vehículos de nivel 5 (autonomía total), si bien se encuentra en periodo de pruebas y adaptación para la transición.
Quizá la única traba para que este nivel de autonomía sea una realidad esté en el apartado normativo y legislativo. En el actual periodo, en el que se comparte escenario con varios niveles de conducción autónoma, han provocado accidentes y creado cierto rechazo en los usuarios.
Nuevas formas de propulsión
A este proceso de cambio se unirán nuevas formas de propulsión (powertrain). Debido a los problemas medioambientales que provocan las emisiones de contaminantes de los vehículos, estas serán obtenidas de energías limpias y renovables que ofrezcan una mayor eficiencia y eficacia.
Para lograrlo será necesario fabricar vehículos dotados de una tecnología puntera, más ligeros, e inventar nuevos materiales que ofrezcan mayor seguridad al ocupante. Aun así, se minimizarán los accidentes viales: se estima que tras la implantación de los vehículos autónomos disminuirán aproximadamente en un 90%.
Un artículo de lujo
La inversión que los fabricantes de vehículos tendrán que asumir será muy alta. Por ello, tener un vehículo en propiedad será algo desorbitado y cosa del pasado. Se hace necesario un cambio radical, tanto en la forma de pensar como en la de utilizar el coche.
Durante muchos años existía la creencia de que tener un vehículo en propiedad era símbolo de éxito y de buena posición social. Pero el coche es un artículo de lujo para muchos jóvenes, por lo que hoy quienes serán los conductores del futuro apuestan más por otras formas de movilidad en las que se pague por uso, de forma más racional.
En la actualidad disponemos de un vehículo 24 horas al día, y un porcentaje muy alto de usuarios solo lo utiliza un 20% de ese tiempo. No se puede mantener un vehículo con la tecnología demandada si ese vehículo no está funcionando la mayor parte del día para poder asumir el coste del mismo.
Carreteras inteligentes
El siguiente pilar de la movilidad del futuro serán las smart roads. Las carreteras tienen que modificar su papel en la movilidad, y pasar de algo inerte a algo activo en la movilidad, eficiencia y conectividad con los usuarios de la vía, vehículos y conductores.
El futuro de estas carreteras pasa por prever lo que ocurre en la infraestructura para anticiparse a los posibles problemas de seguridad que existan. Ya hay varios ejemplos de carreteras inteligentes, pero deberán adecuarse a las necesidades futuras del vehículo autónomo.
Por último, y no por ello menos importante, es imprescindible que los pilares citados anteriormente se encuentren conectados. Esta conexión deberá ser a mayor velocidad que la actual, pasando de 4G a 5G. Por supuesto, en un entorno ciberseguro para evitar ataques de hackers que puedan entrar en los sistemas creados e interconectados.
El futuro de la movilidad se encuentra mucho más cercano y próximo de lo que creemos. Nos encontramos en la etapa de transición y llegaremos más rápido a conseguir el futuro con estandarización de sistemas, mapeos de las ciudades y una interconexión de los mismos.
Fuente: Fernando Minaya / UPM,
Artículo de referencia: http://www.upm.es/?id=abbe87d2f8c38610VgnVCM10000009c7648a____&prefmt=articulo&fmt=detail,