Las autoridades de Brasil informaron la semana pasada de que habían cerrado el vertedero Estructural, situado en la capital de Brasil, Brasilia, que ha recogido 50 millones de toneladas de residuos en los últimos 67 años, lo que lo convierte en el más grande de Latinoamérica.
El gobernador del Distrito Federal de Brasil, Rodrigo Rollemberg, ha anunciado la apertura de un nuevo vertedero que sustituye al anterior en el marco de un cierre que ha levantado la polémica entre los miles de «hurgadores» que trabajan en la ciudad.
«No podemos vivir con esta herida abierta en medio de la capital de nuestra nación: un vertedero donde seres humanos arriesgan sus vidas buscando una forma de subsistir de manera poco digna», ha aseverado el gobernador durante la inauguración del nuevo basurero.
El plan de Rollemberg es emplear a los «hurgadores» en nuevos centros de selección de residuos, donde puedan separar la basura para su eficiente reciclaje a través de cintas transportadoras y en mejores condiciones, con uniformes y guantes.
Sin embargo, un gran número de recolectores han rechazado la posibilidad de trabajar por el Gobierno dada la baja cuantía de los salarios.
Desde que fue fundada, Brasilia ha crecido hasta convertirse en la cuarta metrópolis del país, con unos 2,5 millones de habitantes. A solo 20 kilómetros del Palacio de Alvorada, la residencia oficial del presidente del país, miles de recolectores se han ganado la vida durante décadas buscando latas y alambre de cobre, entre otros materiales.
«Tendré que comenzar a trabajar en las calles, buscando en los contenedores de basura», ha manifestado Evando Souza, de 32 años, que ha trabajado en el vertedero durante el último lustro de forma diaria.