Así lo ha asegurado a EFEverde el presidente de Asociación nacional de fabricantes de biocombustibles y combustibles renovables (AFABIOR), Santiago Verda, que apuesta por el uso de la fracción de la basura que no se recicla para generar carburante menos contaminante. Sin embargo, como las cementeras españolas hoy en día “no funcionan como antes”, el 90 % de este CSR acaba en vertederos, ha señalado. Por ello, esta asociación de empresas se sirve de una tecnología “pionera en España” para tratarlo y obtener de él “un líquido que utilizamos como carburante”.
Cumplir los objetivos europeos
Según Verda, un litro de este biocombustible emite un 97 % menos de CO2 que uno de combustible fósil, por lo a su juicio será una buena vía para alcanzar los nuevos objetivos europeos en relación a, por un lado, las emisiones de gases invernadero y, por otro, la gestión de residuos.
El nuevo paquete de economía circular acordado en diciembre en la Eurocámara obligará a los Estados miembro a valorizar al menos el 50% de sus residuos municipales en 2020, y a limitar la cantidad que puede llegar a vertederos a un 10%. Sin embargo, según Verda, España está lejos de llegar a esos objetivos.
El vertido en España es “más barato”
En este sentido, ha recordado que “España tiene la tasa más baja de vertido de Europa”, y ha asegurado que ello conduce a otros países europeos con tasas más altas a pagar por exportar su basura y que se almacene en los vertederos españoles.
Por otra parte, el presidente de AFABIOR ha argumentado que los biocombustibles de segunda generación serán los únicos permitidos en la Unión Europea a partir de la próxima década, tal como se ha acordado este mes en las discusiones de Parlamento en Estrasburgo (Francia) sobre la reforma energética.
Los agrocombustibles de primera generación que actualmente se importan en Europa desde Sudamérica e Indonesia “se llaman así porque requieren la planta de colza y soja en estos países”, ha señalado este experto, y ha recalcado que la tala de árboles que conlleva su cultivo deja el saldo energético en negativo, por lo que “progresivamente se abrirá paso a los biocombustibles de segunda generación”.