El reciclaje sigue estando en el debe de la sociedad española. Y todo ello a pesar de los avances que se han realizado en los últimos años.
España recicla un 76% de los residuos de envases que genera, cuando la media de la UE está en un 55%, pero ese dato es engañoso. «Aunque los resultados de reciclaje de los residuos depositados en los contenedores amarillo y azul son muy positivos hay que reconocer que distan mucho de la realidad que se aprecia con otro tipo de residuos urbanos «, explica Cristina Muñoz, de Ecoembes, a 20minutos.
La planta de Colmenar Viejo, en Madrid, se ocupa del tratamiento de los plásticos. En ella trabajan un total de 20 personas, «aunque es una cifra que varía por temporadas», explican, y recibe anualmente un total de 12.500 toneladas de residuos.
A la instalación llega todo aquello que «tiramos al contenedor amarillo», cuenta Muñoz. Una vez que los camiones acceden, los distintos materiales se separan en balas (grandes bloques compactados de unos 200 kilos cada uno) y estas van a diferentes recicladores. «El proceso dura una semana en total, y los sábados y domingos son los días en los que más volumen se recibe», relatan desde Ecoembes.
El primer objetivo es que no haya pérdidas. Muñoz cuenta que «todo empieza pesando el contenido de los camiones, cada uno con una capacidad de cerca de 3.000 kilos, para evitar que se puedan quedar residuos por el camino que no pasen por el proceso». A pesar de que haya partes automatizadas, la última selección se realiza de forma manual para evitar que «se cuelen otros materiales distintos a los que tienen que separarse en esta instalación».
Trabajo automático y manual
«El procedimiento que tenemos es relativamente corto, pero hay que tener en cuenta que recibimos los resíduos plásticos de 72 municipios», comentan en la planta. Reconocen que la concienciación ha ido «a más» con el paso de los años y por tanto «el trabajo es mayor, pero eso es algo bueno, es que la sociedad avanza».
La primera zona a la que se llega en las instalaciones es la “playa de descarga”: en ella se depositan los montones de residuos después de ser pesados. «En las playas, unas excavadoras retiran todo lo que no sea envase, primero por cuestiones medioambientales, y luego para evitar que la máquina a la que van posteriormente se bloqueé», desgrana Cristina Muñoz. «Es lo que llamamos limpieza del residuo», concluye.
El siguiente paso del proceso es el de separación, pues cada tipo de plástico tiene un tratamiento diferente. «Esta parte es quizás la más importante», apuntan los trabajadores. Se realiza a partir de un alimentador, con unas cintas por las que circulan todos los elementos. Al final de la misma se colocan unos contenedores y entra en juego el trabajo humano.
Separación final
Es la fase llamada «triaje manual». En ella, cada trabajador elimina los elementos de pequeño tamaño que son de otros materiales y que no son detectados por la maquinaria.
«Al final esto lo que demuestra es que el proceso de reciclaje conlleva diferentes etapas que se inician con la colaboración de la ciudadanía, cuando deposita los envases en el contenedor amarillo, y que finalizan en una planta como esta. Trabajamos para hacer cada día más eficiente este proceso», sentencia Muñoz.
Una vez se cumple con esa etapa, los materiales se separan otra vez, pero por tamaño. Es otra vía para «depurar del todo» los residuos, cuentan, porque «se limpian los restos orgánicos para después trasladarlos a un vertedero» y se separan también los objetos de «gran tamaño».
Estos se recuperan en un proceso paralelo a través de un tromel (una máquina con forma de lavadora gigante). En este punto se incluye un imán para separar las latas, que tendrán su tratamiento particular. Por ello, al final del proceso, quedan todas las presas diferenciadas en función de los materiales: plásticos, multiproducto, aluminio y hierro.
Fuente: EMILIO ORDIZ / 20 MINUTOS,