El planteo es muy simple: cada vez que una persona compra un refresco, paga una corona más por el recipiente.
Si deposita luego el envase vacío en una máquina especialmente diseñada para ello que se encuentra en numerosas tiendas de la ciudad, recupera el dinero.
¿Puede ser esta la solución al problema de la contaminación por plástico en los océanos?
Noruega asegura que este método es el más eficiente en términos económicos para resolver la situación.