Economía circular en Europa
El uso que hacemos actualmente de los recursos es insostenible. Extraemos y consumimos más materias primas de las que el planeta puede proporcionar a largo plazo. En 2050 habrá de seis a siete mil millones de consumidores de clase media en todo el mundo que ejercerán mayor presión sobre el consumo y el medio ambiente. Nuestro estilo de vida actual exige cada vez mayor comodidad y esto tiene sus costes. Basta con echar un vistazo al uso de los plásticos: apenas se reciclan y muchos de los productos hechos con este material acaban en los océanos y mares, donde causan graves daños.
Los objetivos a largo plazo de Europa
La Unión Europea y otras organizaciones de todo el mundo están logrando avances significativos en la lucha contra el cambio climático mediante la reducción de las emisiones de carbono. Hemos demostrado que la disminución de las emisiones no perjudica el crecimiento económico, sino todo lo contrario. Desde 1990, el producto interior bruto de la UE ha aumentado un 50 %, mientras que los gases de efecto invernadero han disminuido un 23 %.
Y también aumenta el número de personas que aportan su granito de arena: compartiendo coche, reduciendo el consumo de energía o reciclando y clasificando los residuos domésticos. Se trata de pasos positivos, pero sabemos que estas medidas no serán suficientes para garantizar un futuro con bajos índices de carbono o que alcancemos el objetivo a largo plazo de la UE de "vivir bien, respetando los límites de nuestro planeta".
Hay indicios de que la sociedad es cada vez más consciente del problema y se están desarrollando nuevos planes de acción política que cambiarán sustancialmente nuestra forma de producir, consumir y vivir. Dichos planes implican la puesta en marcha de respuestas integradas y sistémicas con una perspectiva a largo plazo. A finales de 2015, la Comisión Europea propuso un paquete legislativo sobre la economía circular, que constituye la respuesta de Europa para los años venideros. El paquete contempla diferentes fases del ciclo de vida extendido de un producto: desde la producción, pasando por el consumo, hasta la gestión de los residuos.
Las acciones propuestas están concebidas para que los beneficios repercutan tanto en el medio ambiente como en la economía. Su objetivo es lograr que los materiales físicos y su valor se mantengan el mayor tiempo posible en el ciclo económico, y así se reduzcan los residuos, se fomente el ahorro energético y se disminuyan las emisiones de gases de efecto invernadero. Las propuestas están respaldadas por 54 medidas, que en la actualidad se traducen en políticas concretas en múltiples actividades y sectores económicos.
El cambio hacia una economía circular contribuirá a mitigar los problemas para el medio ambiente y para la salud de las personas que provoca la economía lineal actual, basada en el concepto de "producción-consumo-eliminación". No obstante, será necesario emprender cambios profundos en los sistemas de producción y consumo que vayan más allá del uso eficiente de los recursos y el reciclado de los residuos.