Un equipo de investigadores del Instituto Alfred Wegener (AWI) del Centro Helmholtz de Investigaciones Polares y Marinas (Alemania) halló altas cantidades de microplásticos en el hielo marino ártico. Las muestras de hielo que recogieron para analizar en cinco regiones en el Océano Ártico contenían hasta 12.000 partículas microplásticas por litro de hielo marino. Los diferentes tipos de plástico mostraron una huella única en el hielo, lo que ha permitido a los científicos rastrearlos hasta las posibles fuentes.

"Durante nuestro trabajo, nos dimos cuenta de que más de la mitad de las partículas microplásticas atrapadas en el hielo tenían menos de una veinteava de milímetro de ancho, lo que significa que podían ser ingeridas fácilmente por microorganismos árticos como ciliados, pero también por copépodos", declara Ilka Peeken, autor principal del artículo que publica la revista Nature Communications. La observación es muy preocupante porque, como dice el experto, "nadie puede predecir con certeza la magnitud del daño que causan estas diminutas partículas de plástico en la vida marina o, en última instancia, en los seres humanos".

Los científicos reunieron las muestras de hielo de tres expediciones al Océano Ártico a bordo del rompehielos de investigación Polarstern en la primavera de 2014 y el verano de 2015. Hallaron un total de 17 tipos diferentes de plástico, incluidos materiales de empaque como polietileno y polipropileno, pero también pinturas, nylon, poliéster y acetato de celulosa -este último se utiliza principalmente en la fabricación de filtros de cigarrillos-. En conjunto, estos seis materiales representan aproximadamente la mitad de todas las partículas microplásicas detectadas.

Las altas concentraciones en los icebergs de partículas de polietileno, un material que se usa para el embalaje, apuntan que se debe a que estos fragmentos “representan restos del llamado Gran Mancha de Basura del Pacífico y son empujados a lo largo del Estrecho de Bering y hacia el Océano Ártico por la entrada del Pacífico". También indican que las partículas de pintura de barcos y desechos de nylon de redes de pesca en el hielo de los mares de Siberia “sugieren que tanto la expansión del transporte marítimo como las actividades de pesca en el Ártico están dejando su huella”.

La huella dactilar química de los contaminantes

El término microplástico se refiere a las partículas de plástico, fibras, gránulos y otros fragmentos con una longitud, ancho o diámetro que va desde unos pocos micrómetros (milésimas de milímetro) hasta menos de cinco milímetros. Una cantidad considerable de microplástico se libera directamente en el océano por el deterioro gradual de piezas de plástico más grandes. Pero también se puede crear en tierra, por ejemplo al lavar textiles sintéticos o por la abrasión de los neumáticos de los automóviles. Estas partículas, que inicialmente flotan en el aire como polvo, luego se trasladan al océano por el viento, o llegan hasta allí a través de redes de alcantarillado.

Para determinar la cantidad y distribución exacta de microplástico en el hielo marino, los investigadores de AWI fueron los primeros en analizar los núcleos de los icebergs capa por capa usando un Espectrómetro infrarrojo por Transformadas de Fourier (FTIR), un dispositivo que bombardea micropartículas con luz infrarroja y utiliza un método matemático especial para analizar la radiación que reflejan. Dependiendo de su composición, las partículas absorben y reflejan diferentes longitudes de onda, lo que permite que cada sustancia sea identificada por su huella óptica.

"Usando este enfoque, descubrimos partículas de plástico que tenían tan solo 11 micrómetros de diámetro. Eso es aproximadamente un sexto del diámetro de un cabello humano, y también explica por qué encontramos concentraciones de más de 12.000 partículas por litro de hielo marino, que es dos o tres veces más alto que lo que encontramos en mediciones pasadas", dice Gunnar Gerdts, en cuyo laboratorio se llevaron a cabo las mediciones. Sorprendentemente, los investigadores descubrieron que el 67% de las partículas detectadas en el hielo pertenecían a la categoría de menor escala: 50 micras y más pequeñas.

La densidad de las partículas y la composición variaron significativamente de una muestra a otra. Asimismo, los investigadores determinaron que las partículas de plástico no estaban distribuidas uniformemente en todo el núcleo de hielo. "Trazamos el viaje de los icebergs y ahora podemos decir con seguridad que, tanto la región en la que inicialmente se forma el hielo marino, como las masas de agua en las que flotan a través del Ártico mientras crecen, tienen una enorme influencia en la composición y estratificación de las partículas de plástico encapsuladas", concluye Ilka Peeken.



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