Una investigación en la que han participado científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha demostrado que las bacterias del suelo cambian cuando dos especies de plantas interactúan, lo que afecta al rendimiento de una de las especies, que puede incluso llegar a desaparecer de la zona. Los resultados obtenidos muestran la importancia de los microbios en la composición y funcionamiento de los ecosistemas.
El estudio, que se ha publicado en la revista Scientific Reports, se ha desarrollado en la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC. Los investigadores sembraron dos especies de arbustos comunes en las zonas costeras de Almería: el arto y el cambrón. Las comunidades bacterianas del suelo son distintas para cada especie de arbusto, pero cuando ambas especies crecen juntas, las bacterias cambian y desaparecen muchas de las asociadas al arto y predominan las del cambrón.
El trabajo que han llevado a cabo es clave para comprender el papel de los microbios del suelo en la regulación de la dinámica de los ecosistemas, lo que muestra la importancia que tienen las comunidades bacterianas y la necesidad de estudiar los organismos, no como entidades aisladas, sino como componentes de una red con múltiples niveles.
“Gracias a esta investigación se podrían realizar estudios futuros en los que fuera posible manipular comunidades de bacterias para favorecer o perjudicar una determinada especie como las malas hierbas o las plantas parásitas”, manifiesta el investigador del CSIC Francisco Puignaire.
“Aunque la competencia entre plantas es un proceso local, al alterar la composición y la dinámica de la comunidad vegetal, los efectos de los microorganismos se proyectan hasta el nivel del ecosistema, lo que evidencia un control indirecto de las bacterias del suelo sobre la función de los ecosistemas a través de cambios en la comunidad vegetal”, puntualiza el científico.
La investigadora de la Western Sydney University, Sara Hortal, observa que, gracias al estudio desarrollado en colaboración con el CSIC, se puede explicar el bajo rendimiento de las especies de plantas menos competitivas. “Creemos que es un mecanismo novedoso de control de las interacciones entre plantas”, concluye Hortal.