La cifra corresponde, además, a la cantidad de bolsas que se emplean solo en los territorios de la Unión Europea, lo que da una media (teniendo en cuenta que en la UE viven unos 508 millones de personas) de unas 196 bolsas por cabeza. Bolsa abajo, bolsa arriba, es como si cada dos días nos dieran una bolsa nueva para usar. Según las estimaciones de la UE, esta suerte de barra libre de bolsas de plástico es un mal terrible en términos de contaminación.

Las bolsas son un despilfarro de recursos (habitualmente solo las usamos una vez) y una puerta abierta a la contaminación. Muchas de ellas acaban en el océano, sumándose a los muchos residuos plásticos que acumulan los mares. Y, por ello, las bolsas de plástico se han convertido en una suerte de enemigo a combatir. Los países europeos han implementado ya medidas normativas para limitar el uso de bolsas. En Dinamarca o Finlandia, el uso medio de bolsas de plástico por persona está ya en una media de 4 al año. En Irlanda están en las 18, pero antes de imponer medidas restrictivas en 2002 estaban en 328. El objetivo en Europa es el de que, en 2019, usemos de media en la UE unas 90 bolsas por persona y por año. En 2025, tendrán que ser ya solo 40.

El nacimiento de la bolsa de plástico

La bolsa de plástico es un producto de su tiempo, como lo es también la visión que se tiene en el presente de ella. Su nacimiento y crecimiento de uso está ligado a la segunda mitad del siglo XX, cuando se distribuyeron, se usaron y se tiraron miles de millones de bolsas de plástico. Aunque el plástico de las bolsas ya se había descubierto unas cuantas décadas atrás, la gran patente sobre bolsas de plástico no se registró hasta los 60 y estas no tomaron con fuerza los supermercados y las tiendas hasta los años 80.

La bolsa de plástico era cómoda, era barata y era un símbolo de la modernidad. Posiblemente todos recordamos cuando en los supermercados las entregaban de forma masiva y probablemente todos también nos acordamos de cuando la mayoría de los supermercados empezaron a cobrarlas como una medida de reducción del gasto y nos pareció casi una medida un tanto cutre. Al fin y al cabo, ya nos habíamos acostumbrado a llevar bolsas a manos llenas.

Por qué frenar su reparto

El problema de la bolsa de plástico no es ahora tanto su coste en términos económicos como el que tiene en términos medioambientales. Aunque aún no se tiene muy claro cuánto plástico puede haber en el mar y tampoco el peso que las bolsas tienen en el total (algunas estimaciones apuntan que no es la mayoría del plástico que flota en la deriva en los océanos), el problema sí es claramente preocupante. Las islas de basura que flotan por los diferentes mares son un serio problema y algo que es necesario curar y prevenir.

En 2005, el número de países que prohibían o aplicaban impuestos especiales sobre las bolsas de plástico estaba por debajo de 30. Ahora ya supera los 80. En los últimos diez años, el número de países con legislaciones antibolsas de plástico se ha cuadruplicado. En España, por ahora, entregar bolsas de plástico no es "ilegal", aunque pronto empezarán a tener que aplicarse ciertas medidas disuasorias. Antes del verano, no solo será el supermercado que ha hecho ajustes en sus presupuestos quien cobrará las bolsas, sino en realidad todo el mundo y todos los negocios.

Siguiendo las directrices de la UE, las tiendas y otros negocios españoles estarán obligados a cobrar las bolsas (el máximo será de 30 céntimos). Y, aunque ya se han visto y leído quejas desde las pymes, lo más probable es que no se produzca el apocalipsis del consumo tras la implantación de la medida: en otros países, como Alemania, la bolsa de plástico se cobra en todas partes (y bastante cara) y los consumidores no dejan de ir de tiendas. Tendremos que acostumbrarnos a llevar siempre la bolsa de la compra, como hacían nuestros abuelos, pero será simplemente un problema de reeducación.

La bolsa de plástico, en peligro de extinción

Todas estas medidas y todos estos cambios hacen que la bolsa de plástico, la reina del consumo de hace unos años, esté ahora en una situación complicada que la pone, en cierto modo, en peligro de extinción. De hecho, en algunos de los países en los que se están implementando medidas para reducir su uso, la decisión ha sido la de prohibir a futuro y de forma total la bolsa de plástico, como ocurre en Nueva Zelanda y sus previsiones para los próximos años. No se trata de gravar las bolsas con impuestos extra, sino más bien el hacerlas desaparecer por completo de sus tiendas.



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