Objetos de plástico desechables

Muchos de los objetos de plástico desechables hoy presentes en las estanterías de cualquier supermercado tienen los días contados en la Unión Europea. La sintonía entre las instituciones para reducir la presencia de este material en la vida cotidiana de los ciudadanos es un hecho ante los problemas ecológicos que genera, principalmente para los océanos y la vida marina.

Aceptado esto, la discusión en Bruselas se centra en la velocidad de su retirada y en qué productos se verán afectados. En mayo, la Comisión Europea propuso prohibir la venta de pajitas, platos, cubiertos y palitos para remover bebidas de plástico.

Y planteó que todos ellos sean reemplazados por sus equivalentes biodegradables. Los bastoncillos de algodón —excepto aquellos que se utilicen por motivos médicos—, también aparecen incluidos en esa lista de mercancías abocadas a la extinción.

Este miércoles, los eurodiputados han dado su respaldo a la idea de la Comisión por una abrumadora mayoría de 571 votos a favor, 53 en contra y 34 abstenciones.

Y han ido un paso más allá al añadir a la lista de artículos que deberán desaparecer del mercado los palitos para sujetar globos, los productos de plástico oxo-degradable y los envases de comida rápida de poliestireno expandido. La fecha límite para que dejen de comercializarse ya está fijada: el año 2021.

Y los fabricantes deberán sufragar los gastos de la limpieza de los desechos, lo que de aprobarse significaría que las compañías tabacaleras y los productores de aparejos de pesca con plástico tendrían que cubrir los costes de recogida.

Norma sujeta a cambios

Pero la letra de la nueva norma todavía está sujeta a cambios. Una vez superado el primer escollo parlamentario, llega ahora el momento de que los Estados miembros discutan la ley. Primero serán los ministros de Medio Ambiente de la UE. Y luego la negociación se desarrollará a tres bandas entre los Veintiocho, el Parlamento y la Comisión. La intención es que salga adelante antes de las elecciones europeas del mes de mayo.

La batería de medidas va más allá de la prohibición de los principales artículos de plástico desechables. Los europarlamentarios han dado el visto bueno a que se obligue a los socios europeos a reciclar el 90% de las botellas de plástico en 2025, y a que estas tengan que recogerse separadamente.

En España la tasa de reciclaje de los envases domésticos es ahora del 77%, según los datos de Ecoembes, la entidad encargada de la recogida y tratamiento de estas botellas en España. Además, el consumo de otros productos contaminantes para los que no existe alternativa, como envases de frutas, verduras o postres, tendrá que reducirse al menos el 25% en 2025.

Y se establece que los residuos de los filtros de plástico de los cigarrillos deberán reducirse el 50% en 2025 y el 80% en 2030. El Parlamento Europeo estima que una colilla puede contaminar entre 500 y 1.000 litros de agua y puede tardar hasta doce años en desintegrarse.

Nuevo modelo

Tras esa maraña de cifras y restricciones, la UE abre la puerta a un nuevo modelo que con el tiempo podría cambiar el paisaje de muchas de las playas y mares asediados por este tipo de residuos. Las previsiones comunitarias son optimistas respecto al impacto positivo del cambio legislativo.

Según la Comisión Europea, más del 80% de la basura marina son plásticos. Y los productos que dejarían de venderse en la UE suman el 70% de los desechos que llegan al mar, con lo que la reducción sería notable.

«Es una victoria para nuestros océanos, para el medio ambiente y para las generaciones futuras», ha celebrado la belga Frédérique Ries, ponente del informe. La eurodiputada liberal recordó las grandes expectativas que despertó su utilización. «Empezó como una bella historia. A mediados de los años 50 los plásticos fueron una revolución. Pero esa historia está hoy camino de convertirse en pesadilla».

Decisión histórica

Pese a no ser definitiva, las organizaciones ecologistas han calificado la decisión de la cámara europea de «histórica». Las asociaciones llevan años advirtiendo de la existencia de islas de basura plástica y del daño que su ingesta provoca a las tortugas y otra fauna marina.

«La ciudadanía europea quiere el fin de la contaminación por plástico. Ahora los gobiernos estatales tienen que cumplir con esta demanda y resistir la presión de las grandes corporaciones interesadas en dar continuidad al modelo de usar y tirar», ha señalado Alodia Pérez, de Amigos de la Tierra. Greenpeace ha instado a los Estados a seguir las directrices de la Eurocámara, aunque ha lamentado que se hayan excluido las bolsas ligeras del acuerdo entre los partidos.

Bruselas considera que la propagación de basura plástica puede tener efectos perniciosos para la salud humana, dada su presencia en algunos alimentos, así como para la pesca y el turismo. Las estimaciones de la Comisión Europea calculan que de aprobarse la directiva, se frenaría la emisión de 3,4 millones de toneladas de dióxido de carbono. Y el ahorro en daños ambientales en los Veintiocho se elevaría hasta los 22.000 millones de euros de aquí a 2030.

Fuente: EL PAÍS / ÁLVARO SÁNCHEZ,

Artículo de referencia: https://elpais.com/sociedad/2018/10/24/actualidad/1540396450_360961.html,



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