Estos días, la compañía Repsol anunciaba los litros de aceite usado que lleva recogidos desde que lanzó su campaña de economía circular en 2023. Más de 40.000, a través de los 454 puntos distribuidos en sus estaciones de servicio de tres comunidades autónomas: Castilla-La Mancha, Galicia y Madrid. La idea es dotarlo de una segunda vida: destinarlo a la fabricación de combustible renovable.
La multinacional energética tiene previsto ampliar el proyecto a otras autonomías. El usuario sólo tiene que llenar una botella de plástico de un litro y llevarla al punto de recogida para que se traslade a la planta de tratamiento.
Se trata de no verter nunca el aceite en el fregadero o el váter, ya que la película de grasa que forma cubre las aguas, lo que dificulta su oxigenación y la depuración posterior. Tal acción “implica riesgo de atascos de tuberías, dificultades e incremento de costes en los procesos de depuración de aguas residuales, así como la formación de una película superficial en aguas de ríos, lagos, etc., que afecta al intercambio de oxígeno y perjudica a los seres vivos de los ecosistemas”, según expone el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. “Se estima que un litro de aceite puede contaminar mil litros de agua”.
150 millones de litros anuales
De acuerdo con los actuales hábitos culinarios y de consumo, se estima que pueden generarse unos 150 millones de litros anuales de aceite vegetal usado. En definitiva, es necesario hacerse conscientes y optar por otras formas de manejar este tipo de residuo.
Existen sistemas de recogida municipales previstos por los entes locales, a través de puntos limpios fijos, móviles o de barrio; también mediante contenedores específicos en puntos de aportación (vía pública, equipamientos como mercados, supermercados, centros comerciales, etc.).
Reciclaje en envases cerrados
Los usuarios tienen que almacenar el aceite en envases cerrados que pueden ser propios (en general, botellas de plástico usadas) o en algunos casos el ayuntamiento o las empresas responsables del reciclaje entregan envases de diversas capacidades para homogeneizar y facilitar el sistema.
Los aceites de cocina usados recogidos pueden recibir tratamientos para la producción de biocarburantes, jabones y otros usos en la industria química (ceras, barnices, otros), reduciendo así el uso de recursos procedentes de materias primas e impulsando la actividad económica y empleos más verdes.
Concretamente, según Ciemat, la producción de biodiesel (BD100) a partir de aceites usados comporta un ahorro de energía fósil del 21% en relación al uso de aceites crudos y un ahorro del 96% de energía fósil respecto a la producción del diésel”.