Los microplásticos se inventaron en la década de los 80 y se utilizan por su función exfoliante o para dar color y textura.
Tienen menos de 5 mm de diámetro y se encuentran en pastas de dientes, geles de ducha, gel de baño, exfoliantes, detergentes, agentes limpiadores, protectores solares, productos de fregado y en las fibras sintéticas de la ropa. Pueden estar fabricadas en distintos tipos de plástico como polietileno (PE), polipropileno (PP) o poliestireno (PET).
Consecuencia para el medio ambiente
Debido a su pequeño tamaño (inferiores a 5mm) son demasiado pequeños para ser eliminados por sistemas de filtración de aguas residuales y terminan en ríos y océanos, donde son ingeridos por pájaros, peces y otras especies marinas.
Los microplásticos constituyen una gran amenaza para la alimentación de animales marinos, incluidas muchas especies de aves, tortugas, peces, mamíferos marinos e invertebrados. ya que los confunden con alimento, provocando la muerte. Incluso han demostrado que pueden absorber contaminantes afectando a la fauna marina.
Los plásticos son omnipresentes en todos los océanos y se pueden encontrar plástico en sitios tan remotos como la Antártida, en los sedimentos marinos e incluso en los corales.
¿Existe riesgo para la salud humana?
En el informe «Plásticos en el Pescado y el Marisco», Greenpeace evidencia cómo los microplásticos (incluyendo estas microesferas) se están incorporando a la cadena alimentaria. Además, estos plásticos tienen la capacidad de atraer sustancias químicas y de liberarlas, lo que les convierte en una potencial bomba tóxica.
Hasta el momento no hay evidencia científica de que los microplásticos representen un riesgo para los humanos cuando pasan por la cadena alimentaria, pero existe una creciente preocupación sobre la posibilidad. Según un estudio científico de Orb Media indica que el 83% de las muestras de agua de grifo de una docena de países está contaminada con microplásticos.
Se calcula que cada año, solo en Europa, llegan al medio marino 8.627 toneladas de plástico procedentes de las microesferas en los cosméticos (equivalente al peso de la Torre Eiffel).
Aunque esta cifra supone una parte muy pequeña respecto a los 8 millones de toneladas de plástico que entran en el océano cada año, el impacto ambiental es mucho más notorio, según los expertos a la contaminación por microplásticos la denominan como una “bomba de relojería ecológica”.
Fuente: Conciencia Eco,