Rellenar una botella de plástico o calentar un tupper en el microondas puede ser perjudicial para la salud si no se siguen las recomendaciones de cada envase.
Nos sirve para envolver el bocadillo, para cubrir las sobras y para conservar cualquier tipo de comida. El plástico está muy presente en nuestras vidas y nos facilita la rutina. Pero, ¿es un material completamente inocuo?
Envases de plástico
En el informe ¿Nos comemos los tóxicos de los envases?, elaborado por la OCU, algunos expertos afirman que ciertos tipos de envases, como los de plástico, tienen componentes que pueden resultar potencialmente peligrosos si están en contacto con alimentos. En este caso se favorece la migración: el paso de los compuestos químicos procedentes del envase a los alimentos que contiene.
La Agencia Europea de Sustancias y Preparados Químicos (ECHA) calcula que hay entre 50.000 y 100.000 sustancias que pueden pasar del envase al alimento en cantidades peligrosas y sólo unas 1.500 -entre ellas el plástico, el pegamento, el cartón o el aluminio- han sido analizadas y aprobadas por las autoridades nacionales y europeas.
“No hay peligro de intoxicación aguda, pero sí efectos a largo plazo”, afirma el estudio de la OCU, que sostiene que la migración aumenta el riesgo de padecer enfermedades como cáncer o pérdida de fertilidad.
Bisfenol A
A este respecto, una de las sustancias más controvertidas actualmente es el bisfenol A, utilizado en la elaboración de fiambreras, botellas y garrafas para aportar dureza. En 2011, la Unión Europea prohibió el uso de este elemento en aquellos envases de alimentos destinados a niños menores de tres años.
También es polémico el uso de los ftalatos, utilizados para fijar fragancias en un producto o mejorar su flexibilidad y resistencia.
Su posible relación con desequilibrios del sistema endocrino ha llevado a las autoridades estadounidenses y europeas a prohibir su uso en juguetes y material diseñado para estar en contacto con menores de edad. No obstante, se siguen utilizando en cajas de plástico para transportar comida o en guantes usados para manipular alimentos.
Esta lista de sustancias tiene más nombres, pero no se conocen todos. Tampoco sus riesgos para la salud. Sin embargo, existen materiales que pueden ser la alternativa saludable al dilema de la conservación de alimentos.
Una solución cristalina
Es un material inerte. No desprende químicos ni interacciona con el producto que contiene, no interfiere en el sabor de los alimentos, tampoco en su calidad y es reciclable. El vidrio es la opción más segura para envasar alimentos, como apuntan Greenpeace y Ecologistas en Acción.
¿La segunda opción? El acero inoxidable. “Es un acero mezclado con otros metales que aumentan la resistencia a la corrosión y eliminan los problemas de migración de partículas”, explica la OCU en un informe sobre seguridad alimentaria.
Se utiliza en fiambreras o botellas reutilizables, pero también está presente en utensilios de cocina que llevan revestimientos antiadherentes de teflón. Este matiz puede despertar dudas sobre su seguridad, pero el teflón no entraña peligro.
Aunque libera pequeñas partículas, el cuerpo humano no puede absorber este material, lo que significa que éstas se eliminan sin consecuencias para la salud.
Aunque el plástico es el envase menos recomendable para la conservación de alimentos, la OCU reconoce que un uso adecuado de este material puede reducir sus riesgos.
¿Cómo? Reutilizando los envases para un uso similar a aquel para el que se diseñaron. Así, podrás reutilizar una tarrina de helado para congelar alimentos, pero si quieres hacerlo de forma segura, tendrás que renunciar a meterla después en el microondas.
Fuente: Ana Bornay / Planeta Inteligente – EL MUNDO,
Artículo de referencia: http://www.planetainteligente.elmundo.es/retos-y-soluciones/son-inocuos-los-envases-de-plastico,