Estas piezas de papel adhesivo que vemos hoy en día por todas partes son más antiguas de lo que se pudiera creer. De hecho, ya en el antiguo Egipto se utilizaban papiros pegados con cola de origen animal para identificar los puestos en los mercados. Los romanos y los fenicios dieron un paso más allá y comenzaron a utilizar el invento para diferenciar los productos y contabilizarlos.
Pero, fue con la invención de la imprenta en el siglo XVI que las etiquetas autoadhesivas comenzaron a evolucionar rápidamente. De hecho, las primeras etiquetas que se imprimieron fueron para comercializar tabletas de chocolate. Pero para llegar hasta los autoadhesivos como tal, hubo que esperar hasta 1930. R. Staton Avery fue el inventor de las etiquetas autoadhesivas tal y como las conocemos hoy en día.
Su descubrimiento dio el empujón definitivo a las etiquetas, dando lugar a un sinfín de usos, incluyendo las famosas pegatinas coleccionables. Pero también se han utilizado en publicidad e incluso como soporte de creaciones artísticas. En la actualidad no hay un solo artículo o producto en el mercado que no venga con su etiquetado correspondiente, bien por ser una forma de publicidad, o bien por normativa legal.
¿Qué es un adhesivo y de qué está compuesto?
Las etiquetas autoadhesivas están compuestas por distintas capas. Cada una de ellas implica un proceso distinto de fabricación bastante complejo. De hecho, los fabricantes deben dominar el proceso mediante el aprendizaje basado en ensayo y error hasta obtener resultados uniformes y homogéneos en cuanto a la calidad.
Las capas que de las que se compone una etiqueta son básicamente: la base o liner, hecha de silicona y sobre la que reposa la etiqueta. Después está el adhesivo, propiamente dicho, cuya base puede ser acrílica o de caucho. Después, tenemos el soporte, para el cual se utiliza papel y que es la parte que vemos de la etiqueta. La tinta absorbida por la superficie también forma parte de la etiqueta, al igual que la laminación o barniz. Este último se utiliza para fijar la impresión y darle un acabado o resistencia particular.
Por otra parte, también habría que hablar del etiquetado sostenible o ecológico, el cual, no solo hace referencia a los productos y/o artículos etiquetados, sino también a las propias etiquetas. A modo de ejemplo, si la etiqueta ecológica de la UE para identificar los productos y servicios ecológicos no está hecha con materiales y métodos sostenibles, no sería coherente. Por eso, las empresas de etiquetado para fabricar etiquetas sostenibles utilizan las tres R: reducir, reciclar, renovar y reutilizar.
Usos más comunes de las etiquetas
Las etiquetas autoadhesivas se utilizan en un sinfín de sectores. Uno de sus usos más reconocibles es el de etiquetar productos en la industria de la alimentación. En este sector, el uso del etiquetado ya no es solo una forma de diferenciar la marca, y el tipo de producto, sino que también es una exigencia de las normativas alimentarias.
Dichas normas, a nivel europeo, exigen que la información contenida en los alimentos debe ser precisa, fácil de ver y entender, no engañosa e indeleble. Además, todos los productos deben incluir su denominación, la lista de ingredientes, información sobre alérgenos, la fecha de consumo preferente, el país de origen y nombre y dirección de la empresa alimentaria.
En las etiquetas autoadhesivas de alimentos y bebidas también debe aparecer la cantidad neta que contiene, así como las condiciones de conservación. Las instrucciones de uso en caso necesario y la información nutricional también son requisitos para este tipo de productos. En el caso de las bebidas alcohólicas, debe aparecer el nivel de alcohol si es superior al 1´2%.
Como se puede ver, las etiquetas autoadhesivas cumplen una función muy importante en cuanto a seguridad alimentaria. Ahora bien, el etiquetado autoadhesivo se puede utilizar en otros muchos sectores, ya que, las etiquetas autoadhesivas son una herramienta de marketing muy eficaz que aporta calidad y versatilidad a todo tipo de artículos.
Ventajas de las etiquetas autoadhesivas
El uso de este tipo de etiquetado frente a otros trae consigo numerosas ventajas. La primera de ellas es que, a diferencia del etiquetado de cola fría, las etiquetas autoadhesivas son más fáciles de fabricar y su ritmo de producción y aplicación es bastante más rápido. Tampoco requiere de conocimientos técnicos específicos. Pero veamos, qué más ventajas aporta:
- Rentabilidad: Las máquinas que se emplean para las etiquetas autoadhesivas son menos costosas que las que se necesitan para otros sistemas adhesivos. Además, este tipo de etiquetas son más fáciles de fabricar, y producen menos residuos y desperdicios por errores en la producción.
- Versatilidad: Las etiquetas autoadhesivas se utilizan en prácticamente cualquier tipo de producto y superficie. Lo mismo ocurre con la forma y el tamaño del embalaje. Este tipo de etiquetado es muy versátil y altamente personalizable. Además, se puede imprimir en una gran variedad de materiales de forma totalmente personalizada.
- Facilidad de aplicación: Además de que las etiquetas autoadhesivas se pueden aplicar a mano fácilmente, también existen las máquinas de etiquetado automáticas que facilitan y agilizan el trabajo. En grandes empresas lógicamente el etiquetado es automático. Para pequeños proyectos o uso particular, las etiquetas se suelen pegar a mano.
- Mayor impacto: Las etiquetas autoadhesivas son excelentes herramientas de marketing para la marca de cualquier producto. Una etiqueta con un diseño llamativo y de calidad, es capaz de incrementar las ventas de un producto de forma significativa. Además, se pueden combinar en la misma etiqueta diferentes diseños y texturas para transmitir los valores de la marca.
A modo conclusión, podemos afirmar que las etiquetas autoadhesivas no solo forman parte de nuestro día a día, sino que también cumplen con una función informativa esencial en la mayoría de los casos.
Fuente: Redacción Ambientum