El lado poco verde del ecommerce

De entrada, el ecommerce no tiene que ser menos respetuoso con la naturaleza de lo que lo es el comercio tradicional. Al fin y al cabo, para mover los productos que se compran online hay que echar mano de medios de transporte, pero lo mismo ocurre con los productos que compramos offline. El comercio electrónico empieza a ser sin embargo poco respetuoso con el entorno cuando los consumidores cambiamos cómo queremos recibir los productos que compramos.

Como recuerdan desde la Universidad de California, todo es una cuestión de eficiencia. Las tiendas online nos intentan seducir cada vez más con procesos de entrega más y más rápidos porque eso es lo que los consumidores buscamos cada vez más. Los diferentes estudios sobre ecommerce y expectativas de los consumidores suelen destacar como, a medida que nos vamos acostumbrando al comercio electrónico y este empieza a ofrecer comodidades y mejoras, los tiempos de entrega son la cuestión que marca la diferencia.

El mejor vendedor online es el que más rápido nos trae el producto, o al menos eso es lo que sentimos, lo que hace que todos ellos intenten posicionarse con la entrega inmediata. El ‘de hoy para mañana’ es lo que nos parece más interesante.

Pero eso es también lo que acaba resultando más contaminante. Se podría decir que las compras online son más verdes que las offline, menos cuando se escoge la opción de entrega rápida. Esto no solo es una pesadilla logística para las empresas que venden online, que se tienen que esforzar por ser rápidas, y para las que dan servicios de entrega, que deben cumplir con fechas de entrega record, sino también para el medioambiente.

Cómo contaminan más

Por un lado, la entrega rápida es mucho más contaminante porque se acaban poniendo en juego más medios de transporte. Las tiendas online y las empresas de logística que trabajan para ellas mueven los paquetes como sea necesario para que las cosas lleguen rápido. En países de gran tamaño, como EEUU, esto puede suponer, por ejemplo, meter en una entrega en avión un paquete que de otro modo hubiese circulado en camión y hubiese tenido una huella contaminante menos amplia. Pero además la entrega rápida no solo implica usar más tipos de medios de transporte, sino también poner más camiones en la carretera. Para pode circular a la velocidad necesaria, hay que estar poniendo en marcha el transporte todo el tiempo.

Estos camiones de reparto son también mucho menos eficientes. Con la entrega tradicional, las empresas esperan a tener bien cargados sus camiones para ser eficientes. Estos salen cuando están llenos, en cierto modo haciendo que el viaje merezca la pena. Con la entrega rápida, no se espera a llenar el espacio de almacenaje, sino que se toman decisiones marcadas por el tiempo. Para repartir el mismo número de envíos se requieren más vehículos circulando y por tanto más emisiones contaminantes.

Y, finalmente, también está la cuestión de los desechos. En lugar de concentrar las compras en un embalaje, haciendo que por ejemplo el libro, los calcetines y el disco duro que se acaba de comprar en la tienda online de turno lleguen juntos, la compra se separa en múltiples paquetes. Las cosas van saliendo cuando están para no retrasar a los demás productos de la compra. Y con eso se acaba gastando más cartón y generando más residuos plásticos.



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