La tecnología, que ha generado la solicitud de una patente europea y publicaciones en revistas científicas especializadas de alto impacto, aprovecha la capacidad de determinadas bacterias para reducir los nitratos.
La importancia de esta investigación es considerable, no sólo porque es posible tratar de forma más eficiente la contaminación por nitratos de las aguas subterráneas contaminadas, sino fundamentalmente por el hecho que ello se lleve a cabo con un bajo consumo energético y sin generar los residuos adicionales de otras tecnologías.
La innovación del proceso es que se realiza utilizando un tipo de bacterias exoeléctricas (activas eléctricamente), por lo cual no es necesaria la adición de reactivos (materia orgánica), y que el potencial de electrodo se ajusta mediante un dispositivo electrónico (potenciostato) alimentado por una placa solar. De este modo se resuelve una de las carencias clásicas de estos sistemas: tratar aguas contaminadas con distintos niveles de nitratos a un coste razonable. La tecnología puede aplicarse al tratamiento de aguas residuales y subterráneas, y es susceptible de ser desarrollada a escala industrial. En pruebas efectuadas con aguas obtenidas de pozos del municipio de Navata (AltEmpordà, Girona), se han llegado a tratar aguas contaminadas con niveles superiores a 150 mg/l de nitratos.
Problemática de alcance mundial
La contaminación de las aguas por compuestos de nitrógeno (nitratos y nitritos) es una problemática de alcance mundial que tiene un origen fundamentalmente agrícola (purines, fertilizantes…). El consumo de agua con altos niveles de nitratos comporta distintos peligros para la salud humana, como enfermedades respiratorias (metahemoglobinemia) o un aumento de la glándula tiroides en niños. Por ello, en Europa y Estados Unidos existen varias normativas que regulan sus niveles permitidos y evidencian la necesidad de que sean eliminados. Cataluña no permanece ajena a esta problemática: en el año 2005 el 34% de sus municipios tenían aguas subterráneas con valores superiores a los 50 mg/l, el máximo que marca la legislación para aguas destinadas al consumo humano.