La novedad del método radica en orientar esta herramienta de barrido, que hasta ahora se ha empleado horizontalmente, de forma vertical. Además de mejorar los resultados, sus principales ventajas son su bajo coste y facilidad de uso.
El sónar de barrido lateral es una de las herramientas que se utilizan para cartografiar el fondo marino. Habitualmente se orienta de forma horizontal pero un equipo de científicos, entre los que se encuentran investigadores de la UNED, ha descubierto que colocado verticalmente mejora los resultados, porque consigue determinar la altura de las plantas submarinas.
“La principal ventaja es que es un método barato, fácil de usar, no requiere embarcaciones grandes ni dispositivos de arrastre, y fácil de interpretar, puesto que genera directamente un mapa”, explica Daniel Rodríguez Pérez, investigador del departamento de Física Matemática y de Fluidos de la UNED y uno de los autores del estudio, que se publica en la revista Estuarine, Coastal and Shelf Science.
Para probar el sónar, los científicos analizaron la Posidonia oceanica localizada en la bahía de Agua Amarga, en el Parque Natural de Cabo de Gata (Almería). La cartografía obtenida muestra praderas densas de Posidonia situadas entre 5 y 20 metros de profundidad, con pequeñas zonas de arena y la presencia también de Cymodocea nodosa (un tipo de hierba marina).
Orientado de forma vertical, a bordo de una pequeña embarcación de 12 metros de eslora, el sónar permitió detectar los tallos de las plantas bajo el barco. La campaña de medidas se llevó a cabo en noviembre de 2007 y se recorrieron 30 trayectos prácticamente rectilíneos, orientados casi perpendicularmente a la línea de costa, cubriendo profundidades de entre 5 y 50 metros. En total, la distancia recorrida fue de unos 48 kilómetros en un área de 9,5 kilómetros cuadrados.
Un método para monitorizar la evolución
Al no existir un mapa previo de la zona, los investigadores no han podido valorar cómo están evolucionando estas praderas, pero para Noela Sánchez Carnero, investigadora de la Universidad de A Coruña (actualmente en la empresa Kartenn) y autora principal del estudio, eso es lo interesante. “Como el método es sencillo y barato, el estudio se puede repetir periódicamente y monitorizar así la evolución”, afirma.
El sónar orientado de forma vertical, además de cartografiar permite la obtención de la batimetría de manera simultánea. Así, se obtiene tanto un mapa como una representación con curvas de nivel de la superficie del fondo marino.
Para calibrar el método se realizaron varias inmersiones submarinas posteriores, con las que se observó y registró en vídeo qué aspecto tenían los tallos de Posidonia. “Los buceos son lentos y están limitados a ciertas profundidades”, apunta Sánchez Carnero. “Poder determinar qué hay en el fondo haciendo solo trayectos acústicos con una embarcación pequeña es un gran ahorro de tiempo y recursos”, añade.
En este sentido, la herramienta está diseñada para usuarios pequeños, “como puede ser el ayuntamiento de una localidad costera, que tiene que mantener al día su inventario de “estado ecológico” con un presupuesto ajustado”, propone Rodríguez-Pérez.
Los bioindicadores del fondo del mar
Las praderas de Posidonia son importantes por su papel ecológico dentro del ecosistema marino: son zonas de cría, de refugio y de alimentación para muchas especies de peces.
Además, como son muy sensibles a la contaminación, se han observado retrocesos en su población durante los últimos años en el Mediterráneo, se convierten en bioindicadores, que advierten a los científicos de cambios que pueden prevenir. “Su cartografía y seguimiento son importantes para el control de los ecosistemas marinos”, concluye el investigador de la UNED.