Nuestro planeta es el único del sistema solar que tiene mares y océanos. Estas grandes masas de agua conjuntamente con el oxígeno y el nitrógeno del aire, son las que mantienen las diversas formas de vida en la Tierra.
La profundidad media de los océanos es aproximadamente de 4.000 metros. En las proximidades de la costa, el fondo marino se puede encontrar a una profundidad de menos de 200 metros. Estas regiones poco profundas se extienden de 100 a 200 kilómetros desde el litoral y forman las plataformas continentales. Éstas son de gran importancia económica para la pesca, la extracción de petróleo y de gas.
Los océanos contienen el 97% del agua del planeta. En la atmósfera sólo se encuentra el 0,001% del total; mientras que si el agua helada de los casquetes se fundiese el agua de los océanos llegaría al 99%. Los procesos que intercambian el agua en vapor, en líquido o en sólido son fundamentales para la estabilidad del clima y para la vida.
Los elementos que forman la composición del agua de los océanos se pueden dividir en cationes, básicamente sodio, calcio y manganeso, y aniones, entre otros, cloruros y sulfuros. Estos últimos han llegado al agua procedentes de la actividad volcánica , mientras que los primeros proceden de la acción del agua sobre las rocas y la tierra.
Las características del agua, especialmente su gran calor específica, influyen la distribución de la temperatura en la tierra. Así encontramos que los climas oceánicos son más uniformes que los continentales.
El agua del mar es una disolución compleja que contiene todos los elementos estables. Con las técnicas actuales se han identificado aproximadamente la mitad, ya que muchos se encuentran en cantidades muy pequeñas.
En los márgenes continentales, el subsuelo marino contiene espesores considerables de sedimentos sobre sus plataformas y ligeramente menores en sus taludes. Estos sedimentos proceden de la gran cantidad de materia erosionada del continente y que los ríos, el viento y la erosión han transportado al océano. Estos precipitados tienen, habitualmente, una gran cantidad de materia orgánica. En la plataforma continental también es posible encontrar petróleo y gas.
El 80% de los océanos corresponde a los mares profundos que, a diferencia de la plataforma continental, tiene menos recursos minerales. Se cree que el recurso más grande es el de los nódulos de manganeso y el que tiene un potencial menor, los fangos y los lodos, y los depósitos formados sobre las crestas oceánicas.
Los depósitos de arcilla marrón cubren unos 100·106 km2 y tienen un grueso medio de unos 300 metros. Un análisis químico de la arcilla daría un 9% de contenido de aluminio, un 6% de hierro y cantidades menores de cobre, níquel, cobalto y titanio.
Los fangos que contienen más de un 30% de organismos muertos son de dos tipos: calcáreos y silícicos, según su componente principal sea carbonato cálcico o material silícico.
Uno de los recursos más valiosos del fondo de los océanos son los nódulos de manganeso. Se componen de óxidos hidratados de hierro y manganeso.
Por otro lado, los recursos biológicos o renovables comprenden toda la amplia gama de recursos animales y vegetales, que tienen un considerable valor para el consumo humano.
Los recursos animales de los océanos son ricos en proteínas y, en la actualidad, el ser humano consume unos 100 millones de toneladas de todas las especies de los océanos para la alimentación.
Los recursos vegetales, como las algas, tienen también además de proteínas una gran cantidad de vitaminas y minerales que las hacen útiles para la alimentación, la cosmética, la fabricación de fertilizantes y la industria química.