Más pronto que tarde, se acabará con los recursos energéticos fósiles, como son el petróleo, el carbón o el gas, y los nucleares. En la actualidad, estos recursos no satisfacen la demanda energética en España.

La Unión Europea es un gran importador de energía. La dependencia de las importaciones varía entre países, aunque la tendencia general es a importar el 50% de la energía consumida. Alemania, Italia y Francia son los principales importadores de energía de la UE, mientras que Gran Bretaña es el único exportador significativo.

Sin embargo, recursos naturales susceptibles de ser utilizados como recursos energéticos, como el viento, el sol, el agua o la biomasa, abundan en muchas zonas de la Unión Europea y, especialmente en España.

Es innegable el interés por conocer los recursos energéticos de que puede disponerse, pero la tarea es bastante difícil puesto que depende tanto de la certeza con que este dato pueda evaluarse como del coste de su aprovechamiento. Este coste depende a su vez tanto de la situación del recurso como de la tecnología para utilizarlo.

Habitualmente, se denomina reserva a las fuentes energéticas conocidas y cuya explotación es rentable con la técnica presente. Dentro de las reservas pueden considerarse las probadas o conocidas, y las probables o posibles bajo hipótesis razonables.

Recurso, por su parte, suele aplicarse a las fuentes poco conocidas que requieren cierto grado de especulación para su cuantificación. Se debe distinguir entre recursos hipotéticos, basados en hipótesis razonables sobre estructuras geológicas conocidas, y los especulativos. La denominación correcta de potencial se refiere a la cuantificación anual del flujo de energías renovables. Para algunas de estas fuentes es relativamente sencillo determinar su potencial. Por ejemplo, para la energía hidráulica, es fácil distinguir diversas categorías de potencial: fluvial bruto, técnicamente utilizable, económicamente utilizable, y el utilizado en la actualidad. Para otras fuentes puede resultar más difícil o impreciso, lo que no representa un gran problema porque esta magnitud sólo pretende dar una idea relativa de su abundancia.

Las variaciones grandes del consumo o uso de cualquiera de los productos energéticos provocan problemas de suministro. El sistema eléctrico es muy sensible a los cambios de consumo puesto que la energía eléctrica que se suministra no tiene actualmente ninguna posibilidad de ser almacenada como tal. Ello significa que en todo momento debe generarse lo que se demanda. Si la centrales no pudieran producir toda la energía que se estuviera pidiendo se irían desconectando zonas de la red hasta conseguir el equilibrio. Si las variaciones de la carga fueran muy rápidas e importantes, la zona que quedaría a oscuras podría ser muy grande.

A pesar de todo, la Unión Europea tan sólo posee el 0,7% de las reservas de petróleo mundiales y el 2,2 % de las reservas de gas. También tienen el 7,4% de reservas de carbón, el 16% de la capacidad mundial para refinar crudo en productos petrolíferos, y el 17% de la capacidad mundial para generar electricidad.

Se puede asegurar que los recursos energéticos no son suficientes para abastecer la demanda mundial durante más de un siglo, y esto en el supuesto, muy improbable, de no descubrirse yacimientos hasta ahora desconocidos. Otra cosa es que, por razones ambientales, cada vez más importantes, se prefiera unos recursos energéticos a otros. La utilización de los combustibles fósiles puede dar lugar a serios problemas ambientales si no se aplican medidas de control de la contaminación, de sus emisiones de CO2 y de la de otros gases de efecto invernadero.

Aunque las reservas de carbón y uranio son muy abundantes, no lo son tanto las de los hidrocarburos, que resulta ser la energía primaria más utilizada en los últimos decenios. Afortunadamente en la actualidad este recurso puede ser sustituido en muchas de sus aplicaciones, como es la producción de electricidad y calefacción.

A medio y largo plazo se prevé que las energías renovables desempeñarán un papel muy importante en el suministro y equilibrio de las necesidades energéticas del mundo, ya que permitirán que los países en vías de desarrollo puedan utilizar, unos combustibles con menores requerimientos tecnológicos y, por lo tanto, más asequibles a sus economías.



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