La mayor parte de los residuos viarios son producto del entramado de actividades diarias de los núcleos urbanos, actividades que en cierta medida son modificadoras del medio ambiente original. Aunque, desde un punto de vista teórico, no deberían existir residuos viarios como consecuencia de la actividad humana, es lógico aceptar como normal la presencia de un nivel discreto de este tipo de contaminantes, teniendo en cuenta, entre otras razones, exigencias medioambientales, posibilidades financieras y condicionantes de tipo sociocultural.
Las medidas de control sobre los procesos, funciones, tareas y actividades que precisa el desarrollo de la vida diaria de un núcleo urbano resultan a menudo insuficientes para evitar la producción de residuos viarios.
El suministro energético no aporta destacados niveles de residuos viarios, ya que su generación suele realizarse fuera de los núcleos urbanos. Entre los residuos procedentes del consumo de energía, destacan como contaminantes atmosféricos los humos que se producen en invierno por los sistemas de calefacción alimentados con carbón, gasóleos, gasolinas y gases. El nivel de contaminación varía según la naturaleza del combustible y del grado en que se complete la combustión. Estos productos, y en especial los combustibles fósiles, desprenden partículas sedimentables que provocan ensuciamiento y contaminación viaria.
El tráfico y el transporte originan residuos viarios debido a los gases de escape, las fugas de aceites lubricantes, el desgaste de neumáticos y los derrames ocasionales de la carga que transportan. Aunque la aportación de cada vehículo es escasa, el enorme parque automovilístico presente en las ciudades hace que el problema alcance niveles de entidad.
El hogar se considera causa indirecta del ensuciamiento. Su aportación de residuos a la vía pública es escasa, pero las actividades comerciales e industriales que conllevan los productos de que se abastece sí ocasionan dicho ensuciamiento.
El comercio también contribuye a la producción de residuos viarios, generalmente por el mal uso que el comerciante y el ciudadano hacen de algunos envases y embalajes. En esta misma línea afectan las actividades comerciales e industriales que se realizan en la vía pública, como la venta ambulante y los mercadillos, de fuerte arraigo en algunas zonas de la geografía española. Es preciso buscar soluciones de control y regulación que disminuyan el problema medioambiental que estas actividades originan.
La hostelería tampoco debería originar residuos viarios, pero la realidad es que el uso de terrazas en la vía pública, la venta de productos no retornables, vasos de plástico, alimentos para tomar en la calle, bebidas para consumo juvenil en parques y plazas y, sobre todo, la escasa concienciación ante el problema, hacen de esta actividad una de las causas esenciales del ensuciamiento urbano.
Igualmente afecta la publicidad en sus múltiples soportes habituales: octavillas, volatinas, carteles de mano, cartelería, etc. Aunque los municipios dictan ordenanzas que la regulan, tanto la publicidad colocada en fachadas y lugares no autorizados como la distribuida generosamente, constituye un serio problema de ensuciamiento y de incumplimiento de las normas de convivencia.
La industria urbana suele estar ubicada en áreas específicas, pero en ocasiones se integra en las áreas residenciales de las ciudades. Aunque su actividad no debería incrementar los residuos viarios, es frecuente que esto ocurra debido a contaminaciones atmosféricas descontroladas y envases y embalajes mal gestionados.
Asimismo, la construcción, el desescombro y la obra pública son generadores importantes de residuos viarios. La producción de polvo, la ocupación de la vía pública por áridos, tierras y escombros, materiales de fácil dispersión por los ciudadanos o por los vehículos, y la gestión mediocre de sus subproductos son causa general y grave de ensuciamiento. Muchos pueblos y ciudades están rodeados por cinturones de escombros que exigen acciones correctoras de costes elevados y, por lo general, de escaso éxito dada la persistencia del problema.
La gestión de los residuos sólidos urbanos, especialmente en sus fases de prerrecogida y recogida, constituyen otro foco importante de ensuciamiento. Su permanencia en la vía pública, las deficiencias en el uso de bolsas y recipientes, la manipulación y rebusca de materiales recuperables y la propia operación de recogida, son causa apreciable de ensuciamiento, aunque en la actualidad, el uso generalizado de contenedores ha aminorado el problema.
Un factor importante en el ensuciamiento de la limpieza viaria es el que se produce por los acontecimientos festivos. Estos no suelen originar un alto nivel de en restaurar cuanto antes la normalidad, no permiten catalogar estos eventos como causa grave de contaminación viaria.
Mención aparte merecen los animales urbanos y de compañía. Si tomamos como ejemplo la paloma, el volumen de las colonias es muy variable, aunque son pocas las ciudades que no cuentan con ellas. Sus excrementos provocan un importante ensuciamiento en fachadas, cornisas y monumentos. En cualquier caso, de todos los animales urbanos, el que contribuye más gravemente a la contaminación de las ciudades es el perro. Según estadísticas, existe un perro por cada 20 habitantes; y este produce 75 kilos anuales de excrementos que, casi en su totalidad, se depositan en las vías públicas y en las áreas ajardinadas.
El comportamiento de los ciudadanos y la falta de respeto que muestran ante las normas de convivencia, terminan afectando seriamente la producción de residuos y contaminantes originados por las múltiples actividades de la vida urbana.