Para encontrar algunas de las mayores colonias de aves de España no hay que buscar en campos y montes lejanos, sino que basta con acudir a algunas ciudades. Es lo que ocurre en Cáceres, que alberga la mayor colonia de cernícalo primilla de toda su provincia; o en Segovia, donde vive la mayor colonia de chova piquirroja de todo el entorno y la única en una ciudad de más de 50.000 habitantes.
Son ejemplos que muestran una convivencia secular entre el ser humano y la naturaleza en ciertas localidades españolas. Esos valores naturales que atesoran forman parte del patrimonio urbano tanto como sus calles y monumentos. Así lo considera la UNESCO, que en su Programa para 2012-2013 recomienda que “los estados miembros y las autoridades locales determinen medidas para aplicar la estrategia de conservación de los paisajes urbanos históricos”. Entre ellas, sugiere “conceder prioridad a las actividades de conservación y desarrollo” y “llevar a cabo estudios e inventarios de los recursos naturales, culturales y humanos de las ciudades históricas”.
En este contexto, y promovido por la Comisión de Patrimonio y Ciudad del Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad de España (GCPHE), SEO/BirdLife y el GCPHE han firmado un Convenio de colaboración para la conservación y mejora del patrimonio natural y la biodiversidad en las Ciudades Patrimonio de la Humanidad. El GCPHE, constituido en 1993, está integrado por las 13 ciudades españolas declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO: Alcalá de Henares, Ávila, Cáceres, Córdoba, Cuenca, Ibiza/Eivissa, Mérida, Salamanca, San Cristóbal de la Laguna, Santiago de Compostela, Segovia, Tarragona y Toledo.
Fruto de este convenio, SEO/BirdLife desarrollará una propuesta, cuyo principal objetivo es “que los gobiernos locales de las Ciudades Patrimonio cuenten con herramientas de gestión que les permitan conservar y fomentar la biodiversidad urbana, a la vez que conservan el rico Patrimonio Cultural que atesoran”.
“Las aves son un magnífico indicador de la calidad ambiental de un espacio. Que haya decenas de especies y grandes colonias en algunas ciudades históricas es una muestra de la buena convivencia que durante siglos han mantenido sus habitantes con el resto de elementos de la naturaleza”, asegura Asunción Ruiz, directora ejecutiva de SEO/BirdLife. “Los habitantes de las ciudades patrimonio deben sentir orgullo y alegría, porque la biodiversidad de sus localidades es un indicador de la buena calidad de vida de unos espacios urbanos hechos a la medida del hombre y del resto de seres vivos”.
Objetivos a largo plazo
Como objetivos a largo plazo, el proyecto pretende que se reduzcan los conflictos entre la avifauna y los ciudadanos en el entorno urbano, conservar las poblaciones de fauna urbana protegida o amenazada, aumentar la biodiversidad en las ciudades e incorporar a las ordenanzas o reglamentos municipales instrumentos legales y técnicos que aseguren la conservación del Patrimonio Natural Urbano. Al mismo tiempo, se trata de preservar el Patrimonio Histórico-Cultural y se dará a conocer a los ciudadanos el patrimonio natural de estas ciudades.
Con la integración de cultura y medio ambiente que este acuerdo subraya, las Ciudades Patrimonio podrían constituirse como un referente de sostenibilidad para otros lugares, generando un desarrollo urbano respetuoso con el medio ambiente, en el que el Patrimonio Natural suponga un valor añadido al rico Patrimonio Cultural. La buena gestión del patrimonio de las 13 ciudades históricas puede impulsar, además, un desarrollo sostenible que genere riqueza y empleo, mejore la calidad de vida y fomente el respeto hacia el medio ambiente.
Ejemplos en otros países
Las ciudades, y especialmente los cascos históricos, son cada vez más reconocidos por su capacidad de albergar a un gran número de vegetales y animales y ecosistemas diversos.
Entre las Ciudades Patrimonio españolas hay todo tipo de ejemplos, incluso relacionados con el mar. En Ibiza, se localizan algunas de las mejores praderas de Posidonia oceanica de todo el Mediterráneo occidental. Se trata de una fanerógama marina que es garantía de aguas limpias, claras y ricas en peces.
Dversos informes internacionales ya indican que el aumento de la diversidad biológica urbana y “la conservación de la biodiversidad mejoran la salud de las personas en las ciudades”. Los estudios han demostrado que la proximidad a los árboles puede reducir el asma infantil y las alergias; las aves insectívoras y los murciélagos consumen toneladas de molestos mosquitos cada verano; las rapaces nocturnas acaban con multitud de roedores cada año y una saludable población de halcones contribuye a mantener a raya las sobrepoblaciones de estorninos o palomas.
Los jardines históricos y otras zonas verdes integradas en las Ciudades Patrimonio, contribuyen también al filtrado del polvo en suspensión, absorben dióxido de carbono y mejoran la calidad del aire. Además, la cubierta arbórea de las ciudades puede reducir hasta en 3ºC-4ºC la temperatura ambiente, contribuyendo al ahorro energético y a minimizar el calentamiento global. Por lo tanto, las especies y los espacios verdes urbanos aportan un servicio ecosistémico muy valioso a los ciudadanos.