Según datos de la Secretaría de Cultura de México, 1.821 monumentos han sufrido daños tras los dos grandes terremotos que sufrió el país el pasado mes de septiembre. Una regla parece evidente al hacer el mapa de los desperfectos: cuanto más vieja es la construcción menores han sido los daños. De hecho, una pregunta surge de entre los escombros al constatar esta evidencia: ¿Por qué las construcciones mayas, aztecas, zapotecas… aguantan más huracanes y terremotos que los edificios más modernos hechos con tecnologías más avanzadas?.
Pongamos primero números para corroborar la afirmación. De las 1821 afecciones, de las cuales 242 tienen daños severos, 1.228 moderados y 351 menores, sólo hay cinco centros arqueológicos prehispánicos que tienen algún tipo de daño (ninguno severo). "Monte Albán, Oaxaca; Iglesia Vieja y Chiapa de Corzo, Chiapas; Xochicalco, Morelos y Malinalco, en Estado de México, son los cinco puntos donde ha habido afecciones", explica a EL MUNDO Pedro Francisco Sánchez Nava, Coordinador Nacional de Arqueología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Entender cómo desde hace casi 2.000 años se levantaban edificaciones que soportan mejor los duros eventos climáticos que han azotado durante siglos México, requiere contemplar diferentes planos que en ocasiones concluyen en una simplicidad asombrosa: sentido común.
"Cuando tenemos huracanes en la Península del Yucatán, y monitoreamos vía satélite lo que está ocurriendo con las inundaciones que afectan al terreno, comprobamos que las poblaciones actuales quedan anegadas y las viejas ciudades mayas son los únicos puntos sin inundaciones". ¿Por qué? "Porque los mayas entendieron que debían situarse en zonas altas y allí levantaron sus urbes. Hoy se construye en barrancos, laderas… El mundo prehispánico convivía con sismos y huracanes igual que nosotros. En Oaxaca hay constancia de un noble cuyo nombre era Ocho Terremoto", explica el responsable del INAH.
También influye, más allá de la capacidad de observar la naturaleza y de adaptarse a ella y no viceversa, los sistemas constructivos, la arquitectura y los materiales usados. "Los monumentos prehispánicos tienen plantas muy grandes. Se usaba un sistema de células que se iban rellenando y se recubrían con estuco, lo que les da mucha elasticidad", explica Sánchez Nava que vuelve a apuntar a la contemplación del entorno: "La forma piramidal es la construcción más estable. Ellos imitaban la forma de las montañas; las pirámides son una reproducción de lo que era sagrado para ellos. De la montaña llegaba el agua, vivían los ancestros, estaba el inframundo…".