A partir del análisis de rentabilidad efectuado, el plan de trabajo orienta las políticas sectoriales y las estrategias nacionales y regionales en materia de reducción de las emisiones de carbono, así como las inversiones a largo plazo. La UE necesita empezar a trabajar ahora en estrategias a largo plazo y el plan de trabajo sirve de guía para que este cambio se pueda llevar a cabo de la forma más eficaz y barata.
La Comisión Europea también ha tomado esta iniciativa porque liderar la transición mundial a una economía baja en carbono y eficiente en cuanto al uso de los recursos arrojará múltiples ventajas para la UE.
Connie Hedegaard, Comisaria Europea de Acción por el Clima, ha declarado: “Necesitamos iniciar ahora la transición hacia una economía baja en emisiones de carbono y competitiva. Cuanto más esperemos, más altos serán los costes. Según van subiendo los precios del petróleo, Europa paga cada año una factura energética cada vez mayor y se vuelve más vulnerable a las perturbaciones bruscas de los precios. Así pues, iniciar ahora la transición va a valer la pena. Y la buena noticia es que no tenemos que esperar a que se produzcan avances tecnológicos. Se puede conseguir una economía baja en emisiones de carbono fomentando las tecnologías de eficacia probada hoy existentes. Deben contribuir a esta transición todos los sectores económicos, incluidos el transporte, la construcción y la agricultura. Al describir un procedimiento rentable para llevar a Europa a un futuro bajo en emisiones de carbono, nuestro programa de trabajo aporta un marco claro y previsible para que las empresas y las administraciones puedan preparar sus estrategias para reducir las emisiones de carbono, así como sus inversiones a largo plazo”.
Prioridad a las medidas internas
El Consejo Europeo ha aprobado el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE hasta un 80-95 % por debajo de los niveles de 1990 para 2050 como contribución europea a largo plazo a la prevención del peligroso cambio climático.
El programa de trabajo formula una manera barata y eficaz de alcanzar ese objetivo y recomienda que Europa lo haga sobre todo recurriendo a medidas internas, puesto que los créditos internacionales para atajar las emisiones estarán mucho menos disponibles a mediados de siglo de lo que lo están ahora. Por lo tanto, la UE debe reducir sus emisiones para 2050 en un 80 % respecto a los niveles de 1990 únicamente mediante actuaciones internas. El uso de créditos eventuales incrementaría la reducción global de las emisiones en más del 80 %.
El modelo económico completo en que se basa el programa de trabajo indica que, para alcanzar una reducción “interna” del 80 % para 2050, se deben conseguir reducciones del 40 % y el 60 % por debajo de los niveles de 1990 para 2030 y 2040, respectivamente. Todos los sectores deberán contribuir. Está previsto que las políticas actuales reduzcan las emisiones internas en un 30 % en 2030 y en un 40 % en 2050.
Ahorro de combustible
Conseguir una economía europea con bajas emisiones de carbono precisará, durante los próximos cuarenta años, una inversiones suplementarias anuales equivalentes al 1,5 % del PIB de la Unión Europea, esto es, unos 270.000 millones de euros, además de las inversiones globales actuales del 19 % del PIB. Este incremento se limitará a la recuperación de los niveles de inversión anteriores a la crisis económica en Europa. Una gran parte o la totalidad de estas inversiones suplementarías se recuperarán gracias a unos pagos más bajos por el petróleo y el gas. Este ahorro se calcula en una cifra comprendida entre 175.000 y 320.000 millones de euros al año.
Además, estas inversiones en bajas emisiones de carbono (tecnologías limpias, infraestructuras como redes eléctricas inteligentes y protección del medio ambiente, etc.) arrojarán múltiples beneficios. Mientras que estas inversiones crean valor añadido en la UE, los costes de los combustibles revierten sobre todo a terceros países. Además de reducir la dependencia europea de las importaciones de energía y, por ende, nuestra vulnerabilidad a las posibles perturbaciones de los precios del petróleo, la inversión estimulará nuevas fuentes de crecimiento, preservará los empleos existentes y creará otros nuevos. La contaminación atmosférica y los costes que entraña para la sanidad también se reducirán. Los beneficios totales de una mejor calidad del aire podrían alcanzar los 88.000 millones de euros al año para 2050.
Objetivo de cara a 2020
El análisis también indica que el procedimiento más barato y eficaz para alcanzar el objetivo de 2020 exige una reducción de las emisiones cifrada en el 25 % para 2020, que debe conseguirse únicamente con medidas internas, en vez del objetivo actual de reducción del 20 %. El programa de trabajo señala que esta reducción interna del 25 % podría alcanzarse en 2020 si la UE cumpliera su objetivo de mejorar la eficiencia energética en un 20 % (objetivo reafirmado por los jefes de Estado y de Gobierno en la cumbre sobre la energía celebrada el pasado 4 de febrero) y se aplicara plenamente para 2020 la serie de medidas en materia energética adoptada en 2009.
Para cumplir el objetivo del 20 % de ahorro de energía, podría resultar necesario apartar algunos de los derechos de emisión de la reserva común de derechos que subastarán los Estados miembros desde 2013 dentro del régimen de comercio de derechos de emisión de la UE. Esto se haría gradualmente y respetando los derechos de emisión que ya obran en poder de las empresas. Si no se hiciera así, el ahorro de energía conseguido por una empresa tendría como resultado, debido a una demanda relativamente menor de derechos de emisión, a una rebaja del precio de estos, lo que podría llevar a otra empresa a producir más, a consumir más energía y a emitir más dióxido de carbono. Como consecuencia, el ahorro neto de energía sería escaso o inexistente. Además, debido al carácter estable del límite máximo de emisiones del régimen de comercio de derechos de emisión, no se conseguirían reducciones netas de las emisiones. Apartar los derechos de emisión neutralizaría el efecto considerado y contribuiría al ahorro neto de energía y a la reducción de las emisiones.
El programa de trabajo adopta la forma de Comunicación dirigida al Consejo, el Parlamento Europeo y los órganos de la UE. La Comisión invita a estas instituciones, a los Estados miembros y a las partes interesadas a tener en cuenta el programa de trabajo en la formulación futura de las políticas nacionales y europeas encaminadas a conseguir una economía baja en emisiones de carbono para 2050. A continuación, la Comisión ve necesario crear programas de trabajo sectoriales específicos en cooperación con los sectores interesados.