Este grupo de expertos proviene de universidades y centros de investigación, federaciones de agricultores y empresarios agrícolas de Hungría, Italia, España, Holanda, Bélgica, Francia, Irlanda, Finlandia, Gran Bretaña, Austria y Alemania
Su labor es analizar las posibilidades de potenciar los cultivos proteicos en Europa para reducir las importaciones de este tipo de productos, como la soja, de la que actualmente se importa el 70% de la que se consume en el viejo continente. La CE se ha propuesto reducir esa importación en un 50% en 2040. Las principales dificultades para ello estriban en que los países europeos puedan producir estos productos a un precio competitivo y que el propio terreno agrícola del sur de Europa no es apto para todos los productos requeridos (especialmente soja y colza)
De ahí que este grupo haya trabajado durante los últimos meses para sopesar las posibilidades de introducir nuevos cultivos que sí puedan darse en condiciones competitivas y puedan sustituir a los que se importan. Sus conclusiones, publicadas este mes, servirán para que las autoridades europeas tomen decisiones al respecto en los próximos años.
Conclusiones del estudio
Actualmente, la producción de proteína sólo es rentable para los agricultores europeos cuando se utiliza para el autoconsumo y cuando está dirigida a los mercados locales por dos razones fundamentales: en primer lugar, los rendimientos de los cultivos proteicos (alubia, soja) son demasiado bajos en comparación con otros cultivos como el maíz y el trigo, que generan mayores ingresos para los agricultores. En segundo lugar, una producción a mayor escala para proveer a los mercados regionales y europeos con cultivos proteicos no es competitiva, porque la infraestructura necesaria para procesar la materia prima y convertirla en piensos compuestos sostenibles está aún subdesarrollada.
Es necesario incrementar un 30% los rendimientos de soja y girasol para que sean tan competitivos como el trigo y la alubia, con un 76%. Los científicos consideran que este incremento es posible y ha sido demostrado en la práctica, pero se necesita hacer algunos cambios para que tenga éxito a gran escala. La competitividad para los agricultores europeos se puede alcanzar cultivando mejores variedades de diferentes cultivos proteicos (no solo soja), mejorando los sistemas de cultivo y aumentando el conocimiento al nivel de la explotación agrícola.
Una buena estrategia a corto plazo es aumentar el rendimiento de la soja para Europa y los mercados regionales. Pero la soja no es el cultivo más adecuado en todos los lugares”. La diversidad de la agricultura europea demanda variedad en los recursos proteicos competitivos, y estos recursos requerirán invertir esfuerzos en su desarrollo” opina Paloma Gatón investigadora de CARTIF y miembro del grupo de trabajo.
Los cultivos identificados para el desarrollo a largo plazo son alubia, guisante y altramuz para el mercado de los piensos compuestos y forrajeras, especialmente alfalfa, para mercados locales y para el autoconsumo en las propias explotaciones. El girasol y la colza se recomiendan también como fuentes importantes a considerar para la elaboración de piensos compuestos.
La inexistente cadena de suministro limita las posibilidades de los cultivos proteicos. La industria de la mejora del cultivo de plantas no está invirtiendo lo suficiente en el desarrollo de nuevas variedades. Las nuevas variedades son un pre-requisito para una mayor competitividad, pero la inversión privada en la mejora de cultivos estará limitada hasta que los cultivos ricos en proteína ganen una mayor importancia dentro del mercado.
Para resolver esta paradoja y poder avanzar, es necesaria una intensa cooperación entre todas las partes involucradas. El proceso de transición llevará años y será necesario pasar a gran escala tanto la producción, como la cadena de suministro. Por lo tanto, la industria dedicada a la mejora de cultivos, la alimentación y la producción de piensos compuestos tendrá que participar en este diálogo. El proceso tendrá que estar suficientemente apoyado por las instituciones públicas de investigación para las actividades previas a la mejora de cultivos. Para apoyar eficientemente la producción de proteínas y su procesamiento dentro de la UE, los agricultores deberán estar también activamente involucrados en el proceso; además de contar con la implicación de ONGs y gobiernos.